jueves, 8 de marzo de 2012

La Lluvia (part25)

Sabía que si presionaba un poco a su madre, acabaría por contarle lo que había estado haciendo con sus llaves, aunque ya se lo imagina. ¿Por qué se tenia que meter en sus asuntos? Pensaba sentado en la cama de su habitación, el no se inmiscuia en los de ella. Tenía que averiguar que se traía entre manos su madre y mañana sabria que era.
Germán estaba perplejo ante lo que estaba viendo, el ordenador que hacía días que no utilizaba estaba encendido, en la pantalla una foto de el agarrando por la cintura desde atrás, besandose y ambos desnudos, alguien había estado viendo las carpeta de sus fotos más intimas. Se volvió y fue hacia el dormitorio, se fijó detenidamente en cada detalle, en uno de los cajones de la mesilla de noche de Diana asomaba la puntilla de una prenda interior, el no tocaba nunca esos cajones, la persona que estuvo allí tambien revisó ese apartado del mueble. Después se quedó plantado en medio del salón, mirando todo su alrededor, algunos marcos de fotos estaban ligeramente movidos, la marca donde no había polvo así lo delataba. En el mueble modular vió los albums cambiados de posición numerica, ya no le cabia la menor duda de que alguien estuvo en su casa. ¿Pero quien? ¿Cómo pudo entrar? ¿Qué buscaba? Se preguntaba mientras confirmaba si faltaba algo en especial, el dinero que dejaban en una cajita de madera estaba todo, los documentos de la casa que tenían en una carpeta en un cajón tambien estaban. Ya solo quedaba informar a la policia del allanamiento sufrido, marcó el número del comisario Salcedo directamente, le temblaban las manos pulsaba los digitos.
Salcedo estaba enfrascado en la lectura de los informes, sobre el caso de la última victima encontrada, la chica asiatica se sumaba al caso del hombre tambien asesinado días más atrás. Había dado órdenes de que dos agentes se personaran en el club donde trabajaba la muchacha e interrogar a todos los que allí trabajaran. Su telefono movíl sonaba sin cesar, no le queria hacer caso, pero ante la insistencia de la persona que llamaba descolgó sin mirar la pantalla.
-El comisario Salcedo al habla.
-Señor Salcedo, soy Germán Jubero el novio de Diana.
-Hola Germán, si llamas por el caso de tu chica no tenemos nada nuevo. Esta tarde estuve hablando con tu suegra sobre esto.
-No le llamo por eso. Alguien ha estado en mi casa y me gustaria que enviase a alguien.
-¿Ha visto a ese alguien?-preguntó el comisario con algo de desconfianza.
-No, no he visto a nadie, pero han estado revisando mi ordenador y otras cosas de mi domicilio.
-Está bien, mandare al inspector con otro agente, estaran allí en breve.
Germán no sabia que hacer, deambulaba por la casa atacado de los nervios, miraba insistentemente por la mirilla de la puerta por si veia alguien acercarse a su puerta. Esta noche no la pasaré aqui, se dijo, llamó de nuevo a Carla y le contó lo sucedido sin dejar de pasear arriba y abajo. Su suegra alarmada por todo lo que estaba escuchando, decidió ir para que no estuviera solo mientras llegaba la policia, pero el prefirio que se quedara en su casa por si la persona que entró en su domicilio volviera, no queria poner en peligro a Carla.

Dos agentes de paisano se personaron en el club donde trabajaba Jan Li, se identificaron ante el portero de seguridad del local y preguntaron por su jefe, este através de un walki-talkie se puso en contacto con el dueño del club. El mismo portero les guió hasta el despacho donde se encontraba y volvió a su puesto. Le sometieron a una bateria de preguntas, todas las respuestas que fueron escritas palabra por palabra en un cuaderno, despues hicieron llamar a todas las compañeras de la fallecida para pasar por el mismo trance que su jefe. Cuando hubieron terminado con todas las chicas que trabajaron aquella noche junto a Jan Li, revisaron las camaras de seguridad del  local, la imagen no tenía una calidad buena pero bastaba para ver con que personas estuvo la chica asiatica. Fueron quince clientes los que tuvieron contacto con ella, todos ellos debían ser identificados y las cintas de las grabaciones quedaron confiscadas para su estudio.

Hector sacó el pendrive de su bolsillo, cogió uno de los ordenadores portatiles y se encaminó hacia el sotano. Quería disfrutar de las imágenes junto a Diana, y sobre todo ver la cara que podria cuando, descubriera lo que contenia aquel pequeño aparato. La luz del sotano despertó a la muchacha, su corazón se aceleró como si de un formula uno se tratara, mientras el cuerpo de Herctor aparecia según bajaba las escaleras, un temblor de miedo se iba apoderando de todo su cuerpo, el con una sonrisa prolongada se acercaba hacia su desfigurada invitada. Sin pronunciar palabra, conecto el ordenador portatil a la red electrica, ató sus manos al cabecero y  se sento en la silla junto a ella, puso el portatil encima de la cama, de tal modo que los dos pudieran ver la enorme pantalla. Diana miraba extrañada todo lo que Hector estaba haciendo, observo como  abría un archivo que tenía su nombre –quizás me ha estado grabando mientras me tenia encerrada, seguro que sabia lo que habia hecho con el cd y que lo escondia bajo el colchón- pensó. Pero aquello no la hubiera sorprendido más que lo que comenzó a ver, imágenes suyas en actitud erotica con su novio, fotos que ella creia a salvo en el ordenador de su casa, estaban en aquel momento en el ordenador de ese loco.
-¿Te gusta lo que he traido para ti Diana?, espero que no os importe compartirlas conmigo- dijo Hector sin dejar de sonreir y mirandola a los ojos. Por supuesto ella no podia contestar, desde que el la agradiera su mandíbula permanecía desencajada, pero la expresion de sus ojos lo decian todo.  Disfrutaba de aquel semblante aterrado y de las imágenes que volvia a ver por segunda vez, tanto que se estaba llegando a excitar sexualmente. Alargo su brazo y toco sus pechos sin dejar de mirar a la pantalla, Diana sintió repugnancia cuando aquella  mano le masajeaba los senos, pero Hector estaba absorto con la vision de las imágenes y no pudo ver la cara de asco que habia puesto ella. Se levantó de la silla lentamente, su excitación  podia palparse atraves de su pantalon vaquero, que parecia apunto de estallar, giro su cuerpo hacia el de ella pero sin dejar de mirar la pantalla. Comenzo a desnudarla de cintura para abajo no sin esfuerzo, Diana pataleaba intentando resistirse, sabia lo que iba a pasar, lo que pensaba hacerla y no podia luchar contra el. Se colocó sobre la cama frente a ella, le separo las piernas con tanta fuerza que escucho el crujido de una de las rodillas de Diana, cosa que casi le sobreexcitó aun más.
Presionó sus muslos contra los de ella, para que no pudiera cerrarlos y la penetró con fuerza, un enorme quejido ahogado salió de la garganta de Diana, de pronto no escucho nada, solo habia vacio a su alrededor, ni siquiera veia a Hector, no lo sentia sobre su cuerpo. Su mente habia decidido escapar de aquella situación. El continuaba jadeando como un animal, sin prestar atención a lo que estaba sucediendo debajo de el, empujaba contra la chica con furia hasta que se descargó. Separo su cuerpo de el de ella, salió de la cama y comenzó a vestirse, no miro a Diana en ningun momento, mientras recogia el portatil y se marchó de alli como si no hubiera pasado nada. Diana continuo durante gran parte de la noche con la mirada y la mente perdida, no escuchaba nada no veia nada, no sentia dolor, su vida se habia congelado  unas horas antes.
Los agentes enviados por el comisario Salcedo, no tardaron más de quince minutos en aparecer por el domicilio de German. Estuvo mostrandoles todos los detalles que le habian hecho sospechar, de que alguien había estado en casa. El peor momento fue cuando este les mostró el ordenador, sus mejillas se sonrojaron tanto que parecia que fueran a estallar.
-Mandaremos a alguien para que tome huellas, usted no toque nada- le dijo uno de los agentes. Mientras su compañero llamaba por telefono al comisario, para informarle de todo lo que habian visto y lo que les hubo explicado Germán.  La decision que habian tomado sus hombres  sobre tomar huellas, dejo más que preocupado a salcedo y el mismo se encargó de movilizar a la Policia Científica para que fueran lo antes posible.
Carla permanecia es su casa, pese a las ganas que tenia de salir corriendo hacia la de German. Se consumia de nervios  pensando que alguien podria haber estado alli, se preguntaba que hubiera pasado si en aquel momento  le descubria su futuro yerno. Lo que ella  desconocia, es que los dos estuvieron en el mismo lugar a la vez, por unos minutos y que para el intruso casi fue placentero aquel hecho.
Durante varias horas, los miembros de la policía cientifica trabajaron revisando palmo a palmo la casa.
El medico forense Roberto Moguer, se encontraba trabajando en el cuerpo de la prostituta asesinada, buscaba afanosamente culquier minimo detalle que le pudiera dar una pista sobre su agresor. Pese a los años de oficio, no habia caido en mirar en el sitio más obvio de todos, bajo las uñas, mientras observaba detenidamente las marcas amoratadas del cuello de la victima, cayó en la cuenta. Inmediatamente dejo esa parte del cuerpo y dirigio todos sus esfuerzos a las uñas, reviso dedo por dedo, promero de la mano izquierda y despues la derecha-¡¡Allí estaba lo que necesitaba!! Unos pequeños fragmentos de piel estaban pegados bajo las uñas de porcelana, separo esas pequeñas tiras de piel y las guardó en un frasco. Cubrió el cadáver de Jan Li, empujo la bandeja donde se encontraba tendida hasta el fondo de la camara frigorifica y salió hacia el laboratorio con esas muestras.
Aquella noche se hizo eterna tanto para Germán como para Hector, cada uno por diferentes motivos pero los dos se la pasaron practicamente en vela dandole vueltas a la cabeza.
Germán solo hacia que pensar en la persona que estuvo en su casa, ¿que es lo que buscaria si no faltaba nada?, ¿estaria intentando aprovecharse de el por la situacion que estaba pasando? Sabía que desde sus apariciones en los medios de cominucación era conocido, habria mucha gente sin escrupulos dispuesta a chantajearle haciendole creer que sabian o que tenian a su novia, que quizás intentarían sacarle dinero a cambio de nada. Toda clase de suposiciones rondaron esa noche por su cabeza. Por otro lado Hector se encontraba casi en la misma situacion, pero en su caso era la madre postiza la que le estaba dando que pensar, esa mania que tenia la mujer de querer entrar en el sotano sabia que no iba a acabar bien para ella. Si averiguaba la verdad, no dudaria en encerrarla tambien a ella, no podia permitirse el más minimo fallo.

Diana entre tanto, ajena a todos aquellos acontecimientos, continuaba viviendo su particular via crucis. Tremendamente dolorida fisicamente y mentalmente, no tenia fuerzas ni si quiera para pensar, ella si que dormia, pero como sistema de autodefensa, incluso alguna vez  entraba en la fase rem con los ojos aún abiertos. Solo en el mundo de los sueños podia vivir la vida que queria y de la cual habia sido arrancada aquella noche lluviosa. Lo unico que nunca llegaba a ver en aquellas quimeras era el rostro de Gérman, solo sabia que era el por su voz, temia que aquello fuera un mal presagio e intentaba con todas sus fuerzas mirar hacia arriba para verle la cara, pero por más que lo intentaba nunca llegaba a parasar del pecho.
Los agentes encargados de revisar las cintas de las camaras de seguridad del  lupanar, tenian un gran trabajo por delante, eran muchísimos los clientes que estuvieron allí aquella noche fatídica para Jan li. Pudieron averigual la identidad de un centenar de ellos y serian llamados para responder a algunas preguntas, pero varios quedaron sin poder ser identificados.  La mañana sorprendió a los agentes entre fichas policiales y mas de una jarra de café bien cargado…Continuara.