jueves, 11 de agosto de 2011

La Lluvia (part16)

La satisfacción que le llenaba después de lo que había vivido en este día, desapareció por completo con la actitud del motorista. Había cambiado su júbilo interior, por una nueva ola de ira incontenible, se apuro en repostar para poder seguirle y enseñarle  que no debía ser tan mal educado, lo tenía claro, no dejaría que se escapara sin castigo. Con una diferencia de veinte segundos salió de la estación de servicio tras el motero, pisó a fondo por el carril de aceleración para incorporarse a la autovía lo antes posible, veía como la moto iba haciendo eses entre los coches para adelantarlos, el se colocó en el carril izquierdo dispuesto a no salir del mismo, cuando se acercaba al vehículo que le precedía le daba ráfagas con las luces largas para que se apartara, al pasar junto al coche adelantado recibía insultos y gestos con el dedo índice de la mano. Hector ni se molestaba en mirarlo, su punto de mira estaba fijado en la BMV 1200 lt, no veía otra cosa, el motorista en cambio iba disfrutando de la conducción, del sentimiento de libertad que le daba su vehículo de dos ruedas, ajeno a lo que le venia por detrás. Unos cuanto kilómetros después logro darle alcance, se situó a pocos metros justo cuando este indicaba con su intermitente el cambio de vía, la cosa resultó algo complicada para Hector por la velocidad que llevaba. Ahora circulaban en dirección Aldea del Fresno, una carretera de doble sentido con muchas curvas, la moto se mostraba ágil en este trazado, no así el Kia de Hector, aún así lograba mantener la distancia. En una de las rectas se armo de valor y se dispuso a echarlo de la carretera con un toque certero en la parte trasera de la moto, era el momento y tenía que aprovecharlo, poco le importaba la suerte que corriera aquel hombre que lo había desafiado y comenzo a pisar mas a fondo el acelerador, pero después de un rápido vistazo a su retrovisor desistió de la maniobra que intentaba, un coche de la Guardia Civil se acercaba. No podía ni debía hacerlo, la ira cambio a frustación y al entrar en Villamanta se metió en una calle dejando así escapar a su nueva víctima.
Francisca estaba inquieta, su hijo no había venido para comer, miraba por la ventana de la cocina cada cinco minutos y si no abría la puerta de la casa para quedarse bajo el marco buscando con la mirada el coche de su hijo.  Cansada de darse paseos a la cocina y de ahí a la entrada principal se sentó en el jardín con la mirada perdida y la mente ocupada en el paradero de su hijo. Pocos minutos después vio la silueta de su primogénito entrar en el salón, se levantó para recibirlo.
-Cariño me tenías preocupada ¿dónde estabas?
-Estaba dando un paseo con el coche y se me fue el santo al cielo, estoy bien mamá no te preocupes. He estado pensando en que hagamos un viaje después de que nos arreglen la puerta de mi cuarto y el suelo del pasillo ¿qué te parece?
-Para mi lo que decidas está bien, mientras tú te encuentres agusto haremos lo que quieras.
- Entonces iremos a que conozcas París, te va encantar mamá ya lo veras.
Hector tenia decidido hacer ese viaje, pero no por los motivos que le había dado a su madre, buscaba escapar de todo el jaleo que se podría avecinar por el asesinato que cometió. Después del largo abrazo que ambos se dieron, descolgó el teléfono para marcar el número que apunto de la carpintería.
Diana estaba desesperada en su encierro, otra vez se había quedado sin comer ni beber, no lograba entender por que Tomás le hacia eso, que se suponía que debía hacer cuando lo viera, mostrarse sumisa como siempre, en busca de aquella confianza que la diera la oportunidad de escapar o abalanzarse hacia el con toda la rabia e impotencia que sentía en ese momento, quizás así esto terminara de una vez para alguno de los dos. Sabía que contra el corpulento Tomás no gozaría de oportunidad alguna de hacerle el daño suficiente, para poder arrebatarle la llave del candado que la mantenía sujeta. Su familia y su novio regresaron a su mente, abatida y cansada de aquella pesadilla rompió a llorar desconsoladamente, que sería de ella, cual eran los planes que le tendría preparados Tomás, dejarla encerrada de por vida o matarla cuando se cansara de ella, consideraba que la libertad no era factible, no se arriesgaria a que lo denunciara. Pero si surgiera la corversacion acerca de su futuro estaría dispuesta a llegar a un trato, jamas lo denunciaría ni le contaría a nadie lo sucedido, cualquier cosa a cambió del fin de su sometimiento, incluso  si el quisiera sumaria a ese trato practicas sexuales durante el tiempo que durara su cautiverio. La furia con la que estaría encantada de recibir a su carcelero se torno nuevamente en sumisión, esos últimos pensamientos la devolvieron a la realidad de un ser que  debía mostrarse obediente y dócil. Solo necesitaba una oportunidad, por pequeña que fuera para intentar huir pero ya se había cansado de rogarle a dios pidiéndole esa oportunidad, su fe se esfumaba al ritmo que los minutos se sumaban al tiempo de su reclusión.  Pensaba que si el creador del mundo estuviera en algún lugar, no permitiría que pasasen estas y otras muchas cosas.
  de ese hecho hasta que no se vio frente a el, su corazón inició una subida de pulsaciones tal que pensaba que se le saldría del pecho. El aire que respiraba parecía no se suficiente, abrió la boca en busca de mas oxigeno pero logró empeorar su estado, estaba hiperventilando, necesitaba tranquilizarse, buscaba desesperadamente una bolsa con la que normalizar su hálito. Procuro inspirar despacio mientras se acercaba al mismo banco donde había estado su novia, se sentó y metió la cabeza entre sus piernas, poco a poco recuperaba un estado pulmonar normal, supuso que lo que le sucedía era un ataque de ansiedad, pero estaba logrando controlarlo. Acarició con la mano una parte del banco y sus ojos se anegaron de agua salada, como si se tratase de un mar embravecido, sus lágrimas rompían contra el malecón que era su conducto lagrimal, postrado en aquel banco la sentía tan cerca pero a la vez tan lejos. Miraba al cielo preguntando en voz alta -¿Por qué dios mio, por que?- esperando una respuesta que comprendía que no recibiría nunca, pero necesitaba desahogarse.  La noche caía sobre su cabeza, un manto negro de nubes descargó repentinamente una lluvia impetuosa, no se movió del lugar dejandose empapar hasta los huesos, quiso creer que esa lluvia era la respuesta que pensaba que no se produciría, el mismo día que Diana se evaporó un aguacero era testigo mudo de lo que había sucedido en aquel parque y en ese mismo banco. Sin saberlo, ambos estuvieron pensando el uno en el otro y derramando lágrimas casi a la misma hora, parecía como si sus almas, sus subconscientes, se conectaron  para hacer de esos sentimientos uno solo.
Alguien estaba observandole, desde un coche informaron de que Germán se encontraba en el lugar de los hechos y que parecía llorar desconsolado, pero sospechaban que pudiera ser un sentimiento de culpabilidad más que la tristeza real que le embargaba. Recibió órdenes de abandonar discretamente  la zona y continuar al día siguiente con el seguimiento, cosa que hizo casi sin terminar de hablar con su interlocutor pues deseaba volver a casa. Germán se levanto como si de un muerto viviente se tratase, avanzo unos pasos sobre el embarrado suelo y tropezó con algo, no podía ver bien que era aquello, la luz no llegaba bien por sus intermitentes ráfagas. Unos relámpagos pusieron algo mas de luz justo cuando se agachaba, sorprendido aparto el agua y el barro con avidez del aquel objeto, cuando lo tuvo en sus manos no salia de su asombro. Acababa de  encontrar el móvil de diana, supo que era suyo por el colgante que pendía del aparato, una D recubierta de cristales brillantes…..Continuara