domingo, 12 de junio de 2011

La Lluvia (part6)

-¿Desde cuando se conocen usted y Diana Ruiz?
German hizo memoria, contando mentalmente- llevamos nueve años juntos y ocho compartiendo piso.
-¿Han tenido algún tipo de problema en ese tiempo?, discusiones, peleas, ya sabe a que me refiero.
-Nada importante, lo normal en una pareja supongo- contesto algo contrariado.
-¿y para usted que es lo normal?- apuntillo un poco el comisario para ver como reaccionaba German.
-Pues no se, pequeñas discusiones por temas de tareas del hogar, ahora mismo no sabria decirle con exactitud. Son cosas que no tienen importancia, si no las recordaria.
-Puede que para usted no tengan importancia, pero quizas para nosotros si.
La agente que les acompañaba en la sala, tomaba apuntes de las preguntas, respuestas y de algún gesto que pudiera ver en German que pudiera resultar delatador.
Las preguntas se sucedian una tras otra, si tenia enemigos, algun posible exnovio, pasó una hora y media en aquella sala contestando a todas y cada una de ellas, incluso se sintió agobiado en más de una ocasión. El calor de aquella estancia, la desaparición de Diana y las preguntas del comisario hicieron mucho para que le invadiera esa sensación.
-Estaremos en contacto, se despidió el comisario Salcedo tendiendole la mano.
German atravesó la entrada, sacando el movil para comunicar a los padres de Diana lo sucedido. No sabia como empezar la conversación, intentaba pensar lo más deprisa posible, mientras sonaban los tonos de llamada, pero su mente parecia ir a camara lenta. Eran cerca de la una de la madrugada.
-¿Si?-contesto una voz somnolienta al otro lado del hilo telefonico.
- Hola Carla, soy German ¿estabas dormida?- preguntó
-me he quedado traspuesta en el sofá, si.
-Diana ha desaparecido- soltó el sin pensar.
Se escuchó como el auricular golpeaba el suelo –Carla, Carla- dijo insistentemente.
-¡¡por dios German que ha pasado!!- pregunto cuando recupero el aparato
-voy para tu casa ahora mismo y te cuento, tranquila la encontraran.
El comisario Salcedo se reunió con los agentes, hablaron sobre el pequeño interrogatorio al que habian sometido a German. Llegaron a la conclusion de que no tenia nada que ver con la desaparición de la chica, pero aun asi lo mantendrían vigilado un tiempo, por si acaso hubiera mentido tan bien que no se dieron cuenta.
Seguidamente salieron con el coche patrulla, en direccion al parque para ver como iban los trabajos, en la zona donde hallaron las pertenecias de la muchacha. A su llegada les recibió el inspector Tejada, que les informó de todo lo que estaban haciendo.
-Se han encontrado restos de sangre en ese banco, la madaremos al laboratorio para analizarla. Tambien hay varias huellas que han sido debidamente medidas, fotografiadas y clasificadas.
Una de ellas podrían ser de la chica, mas o menos corresponden a un treinta y nueve de pié,  la segunda que encontramos pueden ser de un cuarenta y cinco, alguien de bastante peso ya que son más profundas y la ultima encontrada a unos metros del banco quizas sean de un cuarenta y dos.
-¿Alguna cosa más Tejada?, preguntó el comisario mientras anotaba en su libreta.
-Si comisario, un pequeño pendiente con forma de margarita, de oro parece ser y una colilla donde terminan las huellas ultimas que encontramos.
-Tenemos que saber si ese pendiente, puede ser de la chica. Mañana a primera hora quiero que llamen a su novio y le pregunten por ese pendiente.
El taxi de German llegó al domicilio de los padres de Diana, diez minutos despues de su corta conversación. Claudia abrazó a german entre sollozos y su marido le puso la mano en el hombro. Se sentaron en el salón, German les contaba todo lo ocurrido, mientras sus ojos se anegaban de lágrimas. Esto no podia estar pasando, se repetia una y otra vez la madre de Diana.
El agresor esperó a que el chico pasara de largo, echo un rapido vistazo a los alrededores para cerciorarse que nadie más se acecaba. Cogió a la chica, la colocó sobre su hombro y se dirigió al su coche. La introdujo en el maletero, le puso una mordaza, ató las manos y los tobillos y cerró. Intentó calmar la respiración mientras arrancaba el vehiculo. El cohe era gris metalizado, modelo Kia Venga nuevecito con las lunas tintadas y techo panoramico.
Debiá ir a su refugio, asi llamaba el chalet que compró hace dos años y nadie sabia que existia, ni su familia si quiera. Introdujo un cd, metió primera y se encamino hacia esa vivienda. Estaba situada a las afueras de la localidad de Casa Rubios del Monte, aunque pertenecía a su término municipal, le gustaba la tranquilidad y por eso se decidió por ella. Salió a la nacional cinco, antes de llegar a Navalcarnero paró en la gasolinera, repostó y compro algo de comer. Nadie podía sospechar lo que llevaba en el maletero.
Cuando se encontraba frente a la entrada del garaje, accionó el mando de la puerta automatica del mismo, bajo la pendiente suavemente y paro el motor. Esperó  que la puerta se cerrara totalmente para bajarse del coche, lo cerró con llave, subió unos pequeños escalones  y entró  por la cocina a la vivienda. Puso la bolsa con el logotipo de la gasolinera sobre la encimera, abrió la nevera para coger un brik de zumo de manzana, se sirvió un vaso que se bebió en un suspiro, estaba sediento. Tomo asiento en uno de los taburetes y comenzo a cenar. Entre bocado y bocado pensaba en como decorar el trastero que habia en el sotano para su invitada….continuara