domingo, 17 de julio de 2011

La Lluvia (part11)

Todo estaba listo, el comisario echó un ultimo vistazo al expediente delictivo de Daniel. No era lo que se dice un buen chico, entre sus fechorias se encontraban, numerosos hurtos menores, dos robos con agresión y allanamientos varios, parte de su adolescencia la vivió entrando y saliendo de reformatorios, que no cambiaron  el carácter rebelde que poseía. Lo que si hizo plantearse esa condición, fué su paso por la cárcel con diecinueve años. Se vió involucrado en una pelea callejera, en la cual hubo un muerto por arma blanca, lo acusaron de complice por ocultar al autor y lo condenaron a nueve años en la cárcel de Navalcarnero. Desde su salida, dos años atrás, su vida había cambiado para bien, se ganaba un sueldo como peón de albañil hasta que la crisis alcanzo con sus garras a la empresa  en la que prestaba sus servicios. Ahora cobraba el paro.
El comisario entró  en la pequeña sala precedido por el inspector, ambos se encargarían del interrogatorio. Daniel frotaba sus manos en señal inequívoca de los nervios y preocupación que llevaba encima, sabía de más como funcionaban estas cosas, lo sufrió en sus carnes muchas veces, pero la más dura hacia once años. Ahí pudo comprobar como se las gastaba la policía en un caso serio.  Tomaron asiento frente al sospechoso, uno haría de poli malo y  otro del bueno si la cosa se ponía difícil.
-Señor Daniel Diaz Bueno, está usted aquí por el caso de la desaparición de Diana Ruiz Seletti. Tenemos pruebas de que estuvo  en la zona donde desapareció la chica y puede hasta que estuviera involucrado- una entrada agresiva la que tuvo el comisario, estaba claro quien seria el poli malo.
-No conozco a ninguna Diana, ni tengo nada que ver con su desaparición- contesto Daniel algo enérgico.
- ¿Donde estaba usted la noche del veinticinco de mayo?-pregunto Salcedo más serio aún.
-Eso fué el miércoles ¿verdad?-dijo sin encontrar respuesta. Estuve con unos amigos tomando algo.
-¿Toda la noche?
-No, estuvimos en un bar hasta las nueve y media más o menos. Tengo testigos de ello.
-¿Qué hizo después?- volvió a cuestionar el comisario.
-Acompañé a mis amigos hasta la parada de Metrosur  y de ahí a mi casa.
-Bien, ésta es la chica, a la que dice usted no conocer- esta vez fue el inspector el que intervino, mostrándole una foto.
Daniel se quedo estupefacto al ver el rostro de la chica, era la misma que vieron salir de la boca de Metrosur, la misma a la que silvaron y piropearon, la misma que estába sentada en un banco poco después con el que creía su novio.
-Si vimos a esta chica, salió de la estación de Malasaña y cuando regresaba a mi casa la volví  a ver, esta vez con un chico, supongo que seria su novio-respondió.
-¿Su novio?- dijo el comisario con sorpresa.  ¿Está seguro de que era ella y no otra chica?
-Estoy seguro, el chico vestía un polo azul creo, un pantalón negro y las zapatillas blancas. La cara no pude versela, la luz de la farola era intermitente, además estaban abrazados.
-¿Y cómo sabe que era ella, esta chica y no otra?
-Supe que era ella por la ropa, ya le digo que no les pude ver la cara en ese momento.
-Espero que nos esté diciendo la verdad, hemos encontrado su ADN en una colilla, cerca de ese banco.
-Pasé fumando y tiré la colilla poco después de rebasarlos.
En la habitación contigua, el agente Mario y el especialista en gestos no verbales seguían el interrogatorio. Según la forma de actuar del interrogado, el especialista llegó a la conclusión de que decía la verdad, los nervios que mostraba eran lógicos por la situación que estaba atravesando, pero no hizo gesto alguno que le hiciera sospechar minimamente.
Una vez acabada la pesquisa, Salcedo y Tejada se reunieron con el psicólogo, el cual les comunicó que estaba seguro de que Daniel no tenia nada que ver en el asunto, aunque ya por su declaración lo sabían de antemano.
En el Telediario de la noche, la noticia de la desaparición de Diana ocupó el primer lugar, tal y como había dispuesto el jefe de informativos de Telecinco. Carla y Germán vieron su entrevista juntos, la forma de tratar la información les dejó satisfechos, habían pensado que se manejaría de forma más fría, se equivocaron.
A la mañana siguiente, Carla se despertó temprano para ir a comprar la prensa. El diario “El Pais” dio media pagina a la declaración telefónica de Germán, haciendo un llamamiento a la colaboración ciudadana en mayúsculas.
En algunos Magazines de distintas cadenas de televisión también hicieron referencia al caso cuando repasaban varias noticias de diferentes diarios. Todo esto contribuyó,  a que la desaparición de Diana fuera sabida por todo el territorio nacional.
Germán supo de todo esto, en cuanto conecto su teléfono móvil. No paraban de llamarle, programas de television, más prensa, psicólogos ofreciendo sus servicios e incluso algunos supuestos videntes que decían saber donde se encontraba Diana.
Amigos y conocidos, se organizaron para hacer una manifestación silenciosa, de la cual informaron a la familia para que también estuvieran presentes.
Hector, mientras tanto permanecía ajeno a todo el revuelo montado, no era una persona de televisión. Pasó parte del día trabajando en sus proyectos informáticos, solo a la hora de la comida y la cena bajo a ver a su “invitada”.  Diana no dejaba de darle vueltas a la forma de intentar escapar de las garras de su carcelero, las horas pasaban lentas en aquel sótano a oscuras- ni si quiera ha tenido consideración en eso el muy cabrón- dijo para sus adentros. Ya por la noche, antes de despedirse hasta el día siguiente, le comentó que tenía una sorpresa para ella, que seguro que la gustaría y le haría mas amena la espera. Después la guiño un ojo y desapareció por las escaleras, de nuevo la oscuridad llegó  a la existencia de Diana.
Cuatro días llevaba Francisca, la madre de Hector, sin verle.  Sabia de él por las dos únicas llamadas que su hijo le hizo. Estaba preocupada, nunca había estado tanto tiempo sin aparecer por casa, quitando las veces que viajaba por su trabajo, ese instinto que tienen las madres la decía que algo no iba bien.  Francisca si estaba al tanto de todas las noticias y cotilleos, la gustaba mucho ver la televisión, daba igual el programa, las voces que salían de la caja tonta la hacían compañía. Decidió poner una vela por Diana, para rezar para que la encontraran sana y salva, su Virgen de Guadalupe seguro que la escucharía. Nada la hacia sospechar de que Diana estaba más cerca de su vida que la de cualquier otra persona.
Germán tenía ese día, el número cuatro desde la desaparición de Diana, con la agenda al completo. Estuvo en varias redacciones de prensa escrita para ser entrevistado y fotografiado junto a la foto de su novia, le habían invitado a un programa en televisión donde se trataría el tema de gente desaparecida, que se emitía en directo por la noche. Se sentía un poco abrumado por los medios, no quería que aquello se convirtiera en un circo, sabía que muchas cadenas tenían programas de entretenimiento, que hacían de las desgracias ajenas su mejor audiencia. La telebasura se había hecho con el poder de los porcentajes de share.
Tal y como había prometido, Hector entró en el sótano portando en una mano el desayuno y en la otra el regalo.
-Hola Raquel ¿has descansado bien?- saludó Hector, con una amplia sonrisa.
-Hubiera descansado mejor sin estas cuerdas- contesto ella, sonriendo también y con voz de niña buena.
-Todo a su tiempo, por ahora desayuna y luego abriremos tu regalo.
Diana miraba el paquete de reojo, mientras terminaba el tentempié. Por un momento llegó a pensar que se trataría de otra maldad, que le dedicaba ese hombre, pero no pudo ocultar su cara de sorpresa y extrañeza, cuando él abrió el regalo. Era un reproductor de cd-esto te hará mas relajada tu estancia- le dijo él mostrándole el aparato.
-Lo que no sabía es la música que te gustaba, por eso no he traído ningún disco, se disculpo Hector. Pero si me lo dices iré a buscarlo.
-¿Puedes traerme uno de Sergio Contreras?-preguntó.
-Claro que si, quiero que te sientas agusto. Iré esta misma mañana.
Tenia que hacer lo posible por ganarse la confianza de ese hombre, aunque para ello debiera poner buena cara pese a las heridas, el dolor de cuerpo de estar tantos días en la cama atada sin poder moverse. Tenia que utilizar un lenguaje casi sumiso para que ese maldito hombre, le diera una sola oportunidad de poder escapar.
Hector decidió que iría a Móstoles a comprar, así de paso iría a ver a su madre. Su primera parada sería el centro comercial Xanadú, aparco el coche junto a la entrada de las pistas de esquí, caminaba con aire resuelto por los pasillos del centro comercial. Miraba escaparates de ropa femenina-la llevare algo de ropa- pensaba mientras observaba las prendas, escogió un vestido veraniego con estampado de flores, un par de camisetas de manga corta y algo de ropa interior, calculó a ojo la talla y se dirigió al mostrador donde se encontraba la caja. En la zona de Expoelectronica dejó  el tiempo correr, su fascinacion por los ordenadores y todos sus complementos le hicieron olvidarse del mundo.
Una hora después salió por donde había entrado, no solo compró  la ropa, estuvo en la zona de discos buscando algún cd del artista que le pidió Diana, como no supo cual de ellos comprar cogió los que había y seguro que no fallaba. Próxima parada, en casa de su madre. Continuara…..