jueves, 2 de junio de 2011

La Lluvia (part4)

Diana estaba calada hasta los huesos, tenía frio, para colmo de males el terreno estaba encharcado y embarrado.Se miró las zapatillas, las habia comprado esa mañana, pero parecian que tenian varios meses. Las  estrenó esa misma tarde en clase de aerobic, le gustaba ir al gimnasio para mantenerse en forma y desconectar de la universidad. Era licenciada en filologia inglesa, las notas que habia obtenido en los examenes finales fueron  las más altas en muchos cursos de esa materia.
Pasó un año entero en Londres, donde perfeccionó aun más su acento, aumentó su vocabulario y vivió una experiencia que nunca olvidaria. Compartia piso con dos chicas, una de Cadiz y otra de León, las tres trabajaban en un restaurante de comida rápida, no las pagaban mucho para todo lo que hacian, pero era un buen lugar donde practicar bien el ingles. Aprovechó también para preparar las oposiciones de profesor en la universidad, fué un año duro pero mereció la pena profesinalmente hablando, consiguió lo que se proponia. Como profesora era muy exigente con los alumnos, sobre todo con aquellos a los que les veia muchas posibilidades, pero que se dejaban arrastrar a veces por la alegre vida universitaria. El ser joven tenia sus pros y contras, los alumnos se entendian bien con ella pero por el contrario muchas veces confundian ese buen entendimiento con amistad, entonces sacaba su autoridad para poner las cosas en su sitio. Algún que otro chico se habia enamorado de ella, encontraba a menudo notas con declaraciones de amor, pero por más que intentaba descubrir al autor de esos mensajes, no daba con él. Diana solía contarle como habia ido el dia en la “uni”, como a ella le gustaba decir, incluso le enseñaba las notas que recibia  y comentaban como prodia ser el chico en cuestión.  Algunas alumnas sentian más bien animadversion por ella, la veian como una competidora más, que como una profesora, los comentarios de los chicos en los pasillos sobre Diana, habian alimentado esa imagen hostil, normalmente esas chicas eran las clasicas niñas de papá, que se sentian como las más bellas e importantes y no entendian como chicos de su edad,se fijaban en una simple profesora.
Con los demás profesores su relacción era normal, no mas allá de lo laboral, nunca asistia a las quedadas que hacian los viernes en un bar cercano a la universidad. El rector estaba encantado con el rendimiento que sacaba de los  alumnos, fué el mismo quién peleó por tenerla en su campus como profesora, las notas que obtuvo hicieron que muchos rectores quisieran incluirla en plantilla, pero el consiguió, no sin esfuerzo, lo que los demás no pudieron. Se sentia satisfecho.
A Diana todo le sonreia en la vida, tenia un novio maravilloso y  un trabajo que adoraba, el unico punto negro que no lograba quitarse, era el de fumar. Lo habia intentado casi todo, pero siempre volvía a caer.No fumaba más de diez cigarrillos al día, pero ella queria deshacerse de ese vicio para siempre.
Había tomado prestado de la biblioteca, el libro "Dejar de Fumar" , lo tenía en su mesilla y estaba dispuesta a empezar a leerlo esa misma noche antes de dormir.
Mientras caminaba por ese lodazal, que era el parque que atravesaba, hundió su pie izquierdo hasta el tobillo, en uno de los numerosos charcos que habia.
-¡¡Maldita sea!!- exclamó casi en voz alta, sacó el pié sacudiendolo para quitase algo de barro. Vió que tenia los cordones desatados, se agachó para anudarlos,la bolsa se dejo caer un poco hacia el costado del mismo pié y notó la vibración de su movil. Hizo la lazada lo más rápido que sus humedas manos la dejaron, se incorporo sacando el bolso de tela del brazo y rebusco en su interior el movil. Cuando estaba apunto de sacarlo para contestar, sintió como alguien la cogia del hombro, se volvió asustada dejando caer ambas cosas al suelo.
- ¡¿Quién es usted,que quiere!?- dijo temerosa, no le podia ver bien el rostro por la oscuridad reinante en el parque,
- perdoneme si la he asustado, pensé que necesitaba ayuda.
- Estoy bien, solo me estaba atando los cordones- respondió ella con desconfianza dando un paso hacia atrás, pisó el movil enterrandolo en el barro que habia en un pequeño charco.
- Tranquila- dijo el hombre, levantando un poco las manos indicando que no pretendia hacerla nada.
German, entraba en comisaria acompañado por los dos agentes, le indicaron que se dirigiera a una pequeña sala de espera.
- Enseguida estamos con usted- le dijo el policia.
Ambos fueron hacia el despacho del comisario Salcedo, para informarle de lo sucedido y de las pesquisas que se estaban realizando ya sobre el caso....continuara

No hay comentarios:

Publicar un comentario