lunes, 22 de agosto de 2011

La Lluvia (part20)

La chica se acerco con aire distraido, como si no hubiera visto las indicaciones de aquel cliente. Se sentó en la silla de al lado y rozó su codo con el brazo de este.
-Disculpe usted, no ha sido mi intención molestarle- dijo la meretriz de ojos rasgados.
-No se preocupe, no me ha incomodado ¿quiere tomar algo?
-Un batido de vainilla estaría bién- contestó mientras miraba al camarero haciéndole un guiño.
La conversacion que ambos mantenían no iba más allá de las preguntas normales, cuantos años tienes, hace mucho que trabajas en esto. Hector notó como en algunas de las respuestas, la chica mentía mecánicamente, como si le hubieran redactado un guión que tuvo que aprenderse previamente. Las copas y las horas iban cayendo, la muchacha se estaba cansando de invitarle, previo pago, a subir a una de las habitaciones del prostíbulo. Solo logro sacarle dos batidos de vainilla, con eso no hacia caja, además estaba perdiendo el tiempo con ese cliente habiendo otros muchos, que seguro estarían encantados de contar con sus servicios
-¿Tu venias buscando sexo o un psicólogo?-dijo ella con algo de sarcasmo-
Hector la miró de arriba a bajo con una seriedad que asustaba- Eres una puta insolente- le espetó volviendo la cara hacia otro lado-
-Que te jodan- replico ella y se largó en busca de otro cliente.
Si por el hubiera sido, esa china habría recibido un lección que no olvidaría nunca, así aprendería a tratar a los clientes. Pero esto no quedaría así, hablando con el camarero se enteró de que algunas de las chicas no pernoctaban en el club, muchas de ellas tenían casa y algunas incluso familia. Se vieron casi forzadas por su situación económica o por ser madres solteras sin recursos a ejercer el oficio más antiguo del mundo. Apuró el ultimo trago de su décima copa en la noche, se despidió amablemente del barman y salió del burdel de carretera dando varios traspiés. Se acomodó en el asiento de su coche, miró el reloj, marcaban las tres en punto de la madrugada. El local como mucho se mantendría abierto hasta las seis de la mañana, así muchas de aquellas chicas que tenían que regresar a casa podrían coger el primer autobús, que paraba al otro lado de la carretera. Esperaría lo que hiciera falta, a que la ojos rasgados saliera.
Francisca no podía pegar ojo, había intentado dormirse pero la voz de mujer que estaba segura de haber oído en  aquel sótano la tenia intranquila. Se levantó de la cama, se puso las zapatillas y bajó despacito hasta la puerta de esa estancia. A oscuras y guiándose por el tacto de las yemas de los dedos notó lo que era la puerta misteriosa, pegaba el oído intentando contener la respiración todo lo que podía, para captar algún sonido pero sin fortuna. Lo que si escuchó fue acercarse un coche, pensó que su hijo llegaba y si la encontraba justo allí, en aquella puerta podría enfadarse mucho. Apresuró el paso hacia su cuarto, el corazón latía muy rápido y la respiración era fatigosa pero  ascendió las escaleras hasta su cuarto como nunca pensaría que llegara hacerlo a su edad. Intentó recuperar el resuello  apoyada de espaldas a la puerta dentro de la habitación, luego  de recuperarse un poco entreabrió un poco la puerta para mirar si su hijo subía por las escaleras, pero no había llegado, cosa que en parte la alegró. La vida de Francisca fue muy dura, se quedó viuda muy joven y con un hijo, su marido falleció trabajando en Francia donde estaban exiliados, después de aquello se vio forzada a volver a España donde no la esperaba nadie. Estaba sola, sin recursos para sacar a su hijo adelante, en medio de una posguerra que hacia aun las cosas más dificiles y todo ello bajo el puño opresor de la dictadura de Franco.  Con mucho esfuerzo, consiguió sacar a su hijo Hector adelante, un chico que era buen estudiante pese a lo precario de su vida familiar, cuando alcanzó la edad de incorporarse al servicio militar, su madre le aconsejo que lo mejor para el era seguir en el ejercito una vez acabada su obligacion de servir a la patria como soldado. El chico hizo caso a su madre y se reengancho en las Fuerzas Armadas en el Ejército de Tierra, hasta convertirse en Sargento de su unidad. Para disgusto de su madre, se presentó voluntario para las labores humanitarias que iba a realizar España en la zona de los Balcanes, en Kosovo concretamente, ella le pidió de rodillas que no fuera pero la respuesta de su hijo fue- Es mi deber madre-. Semanalmente recibía una carta y fotos de los sitios donde su hijo prestaba ayuda a los mas desfavorecidos de aquella cruenta guerra, durante cuatro meses seguidos estuvo recibiendo aquellas misivas, hasta que un semana dejo de recibir carta de su hijo pero si llegó una del Estado Mayor del Ejercito.
El comisario Salcedo y el inspector Tejada estaba reunidos, esperaban que llegara el fax donde les comunicaran el nombre de la persona a que pertenecían las huellas, encontradas en el cuello de la camisa del cadáver del descampado. Según le dijo el forense al comisario las tendrían por la tarde, pero ya eran más de las ocho y no habían recibido notificación alguna.
-Esta espera me come por dentro- le dijo al inspector
-No te preocupes, ya sabes como van aveces estas cosas. Lo mismo les ha entrado algo más importante y han ordenado hacerlo antes.
-Puede ser, pero para mi importante es eso, lo que necesiten otros me la suda- contesto ofendido por aquella posibilidad. Voy a llamar a Roberto, quizás el sepa algo del asunto.
Marco el numero de la oficina de su amigo, con la puntas de los dedos golpeaba impacientemente sobre la mesa esperando a que descolgaran el teléfono.
-Oficina del medico forense Don Roberto Moguer, soy su secretaria ¿en que puedo ayudarle?-
-Buenas tardes, soy el comisario Salcedo de la Policía Nacional de Móstoles ¿está Roberto?
-Pues en estos momentos no se encuentra aquí señor comisario, no creo que tarde en volver ¿quiere que le deje algún recado?
-Solo digalé que le ha llamado Salcedo y que necesito hablar con el sobre el caso de Móstoles.
-Bien, yo se lo digo en cuanto venga no se preocupe.
Salcedo colgó el aparato muy despacio, quitandose así las ganas de haberlo hecho bruscamente. Se marcharon los dos a tomar un café, no sin antes dejar avisado que si recibían lo que estaban esperando se lo comunicaran urgentemente.
Diana estuvo hasta bien entrada la madrugada urdiendo un plan, con el que poder utilizar el arma que se había fabricado con el cede de su artista favorito, según iban avanzando sus guiones más propios de películas que de la realidad que vivía, más le aterrorizaba la idea de fracasar en su intento por escapar, sabia de más lo que la esperaría. No tenia intención de matarle, aunque si fuera necesario no lo dudaría, estaba en juego su vida y era una apuesta a doble o nada.  Se quedó dormida apretando los dedos contra su pequeña arma debajo de la almohada, después de tanto pensar con ella entre las manos no se acordó de guardarla bajo el colchón como había hecho cuando partió el disco.
Los clientes de club iban abandonando el mismo poco a poco, entre ellos también salia alguna que otra dama del sexo que había terminado su jornada. Hector observaba impasible a todas las mujeres, buscaba con la vista perjudicada por el alcohol a su asiática, a la putita que le ofendió con sus palabras de incivilizada. Practicamente se marchó de las últimas, hacia rato que ya no salían clientes, los gorilas del local también se habían ido, con lo cual pocas personas quedarían en el “Land of Women”. Por suerte para el, la chica no cogería el autobús, disponía de vehículo propio lo cual dejaba mucho más a su favor el asunto de la asignatura de educación que tenia pendiente con ella. Sin percatarse de nada la muchacha dejó atrás el aparcamiento habilitado junto al local y se incorporo a la vía de servicio, seguir a vehículos se había convertido en algo natural y hasta divertido para Hector, así que mantuvo esa distancia que el consideraba de seguridad para no ser visto. En un par de ocasiones perdió las facultades necesarias para llevar un vehículo, haciéndole pegar algún que otro volantazo. La chica asiática tomó un desvío dirección Villaviciosa de Odon y unos kilómetros después giro a la izquierda  entrando en la urbanización Pinares Llanos. Aparcó el coche delante de un chalet pequeño, de aspecto más bien antiguo, rodeado de un cercado de ladrillo y una barandilla encima de ese muerete, muy fácil de saltar. La luz exterior era escasa, a la derecha de la vivienda había un pequeño jardín seco y a la izquierda una piscina tapada con una lona.
Hector llego al lugar justo en el momento que ella entraba en la casa, desde fuera vio encenderse la luz de lo que parecía ser el salón, apago el motor del coche y se bajo del mismo. Se quedó mirando alrededor asegurándose que ningún vecino estaba asomado a las ventas de los chalets colindantes, pese a lo sencillo de la maniobra de saltar por encima de la valla, Hector lo tuvo más complicado por su estado ebrio, pero al fin estaba dentro. Rodeó la casa comprobando si alguna ventana estaba abierta, empujando una a una despacio sin hacer ruido, cuando se disponía a presionar una de ellas, una luz ilumino la habitación que había tras ella, por suerte los vidrios eran traslúcidos y no pudieron verle desde el interior cuando se apartaba de ventana. Unos minutos después la luz se apagó, durante ese tiempo se había escuchado el agua correr, no cabía duda de que se trataba de el baño, entonces abrieron un poco la ventana para que se fuera el vaho. Sin querer la muchacha había invitado a Hector a entrar. Espero un tiempo prudencial por si la chica volvía por allí en busca de algún cosmético o algo que necesitara, después se deslizo a su interior como una serpiente, todo estaba en silencio y oscuro, de puntillas avanzaba por la casa, guiándose por los pequeños ruidos que hacia la chica mientras se acomodaba en la cama.
Al entrar en el dormitorio pudo ver a trasluz que la muchacha estaba de lado, sobre su costado derecho mirando hacia la ventana, estaba agotada pero el día no había terminado para ella. En el momento que se disponía a cambiar de postura para ponerse boca arriba una mano tapó su boca y otra apretaba su cuello.
-Buenas noches psicóloga de burdel-dijo Hector susurrandole al oído. No luches, no grites todo se acabó para ti.
La chica pataleó intentando zafarse de aquel hombre, la voz le resultaba muy familiar pero la falta de oxigeno no la dejaba pensar con claridad, en el ultimo aliento que le quedaba arañó a Hector en los brazos, pero solo logró que apretara todavía más sus manos contra cuello y boca, unos segundos después todo se volvió negro para ella y sintió como su alma se separaba de su inerte cuerpo. Hector en su enajenación beso su frente y la dijo-Felices sueños ojos rasgados, me hubiera encantado hacérmelo contigo pero fuiste una mala chica-. Volvió a salir por donde había entrado, el subidon de adrenalina que experimentó mientras ahogaba a la chica lo tenia eufórico, podría seguir matando en ese mismo instante para no perder aquella sensación de poder que le había dado su segunda víctima. Para no olvidar aquel momento se llevo como trofeo una pulsera que había encima de la mesita de noche.
Salcedo había terminado su turno, se disponía a salir de la comisaria hacia su casa, no acabó de sentarse en el coche cuando un agente le llamaba desde la entrada- ¡Comisario, comisario tiene una llamada!- Volvió al interior del edificio, cogió la llamada en la misma recepción para no hacer esperar a su interlocutor. La persona resultó ser su amigo Roberto.
-Salcedo al habla ¿digame?-
-Que serio estás comisario- dijo el forense
-Hola Roberto, pues un poco si. No he recibido el nombre de la persona a la que pertenecen las huellas de las que hablamos, se suponía que lo iba a recibir esta tarde.
-¿No lo recibiste? Se suponía que la orden estaba clarisima, voy a enterarme de por que no se ha cumplido. Te llamo en diez minutos.
-Esta bien, pero hazlo a mi móvil, he acabado mi turno y marcho para casa.
-Entendido, hasta ahora- se despidió el forense con celeridad.
Mandó a su secretaria que le comunicara con el laboratorio de la Policía Científica, la administrativa se puso en contacto con quien su jefe le había mandado y le paso la llamada a su despacho.
-Buenas tardes ¿en puedo ayudarle?
-Buenas tardes soy el medico forense Roberto Moguer. Quisiera hablar con Ángel Garcia Losada.
-Un momento que le paso.
Mientras Roberto se desesperaba escuchando la musiquita que tenían para las esperas, la telefonista informaba a la otra persona de la llamada que tenia y de quien estaba interesado en comunicarse con el. Al oír el nombre dijo que recibiría la llamada.
-Hola Roberto, se por que llamas seguro- afirmó
-¿Cómo es que no tenemos todavía el nombre que pedí para esta tarde? Me ha llamado el comisario pidiendo explicaciones, tenía varios hombres preparados para organizar su detención antes de la noche.
-Lo siento Roberto, hemos tenido un problema informático y nos ha retrasado todo el trabajo, todo iba bien hasta que ha pasado. Pero no  contéis con ese nombre hasta mañana.
-¿Mañana? Solo espero que sea a primera hora, no quiero tener otro encontronazo con el comisario. Si tienes que dejar una persona más trabajando en eso la dejas pero a las ocho quiero tengan un nombre, ahora mismo informare al comisario y le pediré disculpas, Ángel, la próxima vez hacerme saber si hay algún problema.
-Tienes razón Roberto, te pido disculpas y hazlas extensivas al comisario, a primera hora tendréis el nombre.
El forense le comunico a su amigo Salcedo el porque no tenia todavía el nombre que buscaba, no pareció muy contrariado ya que el problema fue técnico y no por dejadez. Aunque le dejo más tranquilo el hecho de que a las ocho dispondría del nombre.
Hector llegó a casa satisfecho de la noche que había tenido, para el matar no suponía cargo de conciencia alguna si su víctima lo merecía, tenia un criminal sentido de la justicia, pero no le había dado rienda suelta a ese sentimiento hasta hacia unos días. Su desequilibrio estuvo refugiado en su mente, alimentandose de todas las malas experiencias vividas para crear el monstruo en que se había convertido, aprendió con el tiempo a mostrarse nada compasivo  ante todo aquel que le hacia mal. Para el mundo se mostraba como un ser sensible y educado, pero toda su vida era una gran mentira, esa sensibilidad en realidad era rabia contenida y su educación era el arma con la que acercarse a la gente y estudiarla, un alma oscura que no escondía nada bueno, pero con una fachada de ángel celestial.  En pocas horas debía estar en píe para recibir al carpintero, así que se duchó e intento conciliar el sueño pese a que las imágenes de la chica oriental surgían como destellos en su mente.
A las siete y media de la mañana, el comisario reunió a todo su equipo, quería dar las instrucciones que seguirían en cuanto tuviese encima de su mesa el nombre del presunto asesino, primero localizarian su domicilio y se desplazarían hasta allí. Otro equipo recopilaria toda la información posible del sospechoso, lugar de trabajo, cuentas bancarias, todo lo relacionado con el. El inspector Tejada sería el encargado del equipo de campo, llevaría todas las iniciativas en el arresto, seis hombres estarían bajo su mando en el tiempo que durara el proceso, no quería el más mínimo error que pudiera echar por la borda la operación. Continuara….

viernes, 19 de agosto de 2011

La Lluvia (part19)

Los clientes del bar, se agolpaban en la puerta y en las cristaleras, no daban crédito a lo que estaba ocurriendo desde que el hombre, que tomaba café corriera hacia la calle acercándose a un coche que arrancó súbitamente cuando este llegaba junto a el, les parecía estar viendo una película. Germán se quedo  plantado en medio de la calzada, con los brazos en jarra y mirando como se alejaba el vehículo, trataba de memorizar la matrícula –GYP 25502- se repetía un y otra vez intentando dejarla grabada en su cabeza. Cuando ya le perdió de vista, se dirigió al portero automático del edificio donde residían Carla y Jose.
-¿Si?- contestó el marido-
-Hola Jose, soy Germán.
-Ahora mismo estaba marcando tu número mi mujer. Los invitados acaban de subir al ascensor, los veras salir. Espera un segundo.
-Carla, no le llames que ya está aquí- se le oyó gritar-
-Enseguida bajamos Germán.
-Está bien Jose, aquí estaré.
Nada más colgar el telefonillo, del portal salía una pareja, tenían más o menos la misma edad que los padres de Diana. La mujer iba cogida del brazo del hombre, Germán conocía a la pareja por fotos que había visto en varios álbum, al parecer eran amigos y su amistad duraba hacia muchos años, según le contó su novia en una ocasión. Al poco rato los que aparecieron fueron Carla y Jose, Germán estaba de espaldas con los brazos cruzados, mirando a ambos lados de la calle esperando volver a ver al sospechoso coche gris.
-Ya estamos aquí Germán- dijo Carla-
-Hola, siento mucho haberme presentado así, pero no os vais a creer lo que me ha sucedido viniendo hacia aquí.
-¿Te encuentras bien?, estas pálido- pregunto la suegra-
-Si, ahora si. Vayamos a un sitio tranquilo donde poder hablar.
-Vale, cojeremos el coche e iremos a una cafetería que han puesto en el polígono.
Durante el trayecto no hicieron comentario alguno, Jose observaba por su espejo  retrovisor a Germán, le veía mirar hacia atrás continuamente como esperando que algo sucediera. Aparcaron el coche frente a la cafetería-pastelería, había montada una terraza con varias mesas, aprovechando el buen tiempo que reinaba esa tarde, se decidieron por la que más apartada de los clientes estaba y allí se sentaron. Miraron la carta y le pidieron a la camarera unos cafés y unos bollos, les costó hacerse entender un poco ya que la encargada de atender las mesas era de nacionalidad Polaca y acabaron por escribir ellos mismos la comanda. Mientras daban buena cuenta de aquellos dulces rellenos de nata y chocolate, Germán les contaba lo sucedido cuando se dirigía al domicilio de ambos. Le escuchaban atentamente con gesto de asombro y con las comisuras de los labios adornadas con restos del relleno bolleril.
-La policía está encima de mí, me vigilan constantemente, por eso mis dudas de entregar o no el móvil de Diana.
-¿Y no crees que si te vigilan como tu dices, no lo sabrán ya?- pregunto Carla-
-Puede ser, pero ¿Por qué no han venido a por el?
-Quizás estén esperando que seas tú el que lo entregues en comisaria, nunca se sabe. Creo que en este tema no hay discusión ni medias tintas, tenemos que entregarlo si o si, puede que encuentren en el algo beneficioso para Diana, para nosotros mismos. Cualquier cosa que pueda acabar con la pesadilla que estamos pasando.
Germán agachó la cabeza asintiendo, ya le había dejado claro que irían a presentar una posible prueba a comisaria pese a los temores que el tenia. Después de ese pequeño lapsus, les empezó a contar como encontró el móvil, como la casualidad de que comenzara a llover fuertemente hizo que de entre la arena seca, convertida en barro saliese parte del móvil con el que se tropezó, entretanto ellos miraban con el rostro apenado el teléfono. Ahí moría la conversación y era el momento de hacer lo que decía Carla, el por su parte no tenia ninguna gana de volver a enfrentarse a la mirada inquisitoria del comisario Salcedo, pero no había otra salida. La decisión no era negociable y se dirigieron hacia la comisaria.
Hector le daba vueltas a ese numero cuatro que tanto le resonaba dentro de su cabeza, quería despejar aquella incógnita que le había planteado aquel que le guiaba sus pasos. -La respuesta la tendría que tener el carpintero, seguro que el la sabe- decía en voz alta mientras se afeitaba. Cuando se pasaba la maquinilla por la cara optó por un cambio de look, se dejó el bigote y una linea de vello desde el centro del labio inferior hasta la mitad de la barbilla. Le daba un aire de mosquetero que le agradó. Quiso enseñale a Raquel esa nueva imagen de espadachín del siglo XVI, así que aprovechando esto le bajó la cena.
-Buenas noches Raquel, aquí tienes tu cena- dijo el alegremente-
-Hola Tomás, ya iba teniendo hambre gracias- contesto ella mientras bajaba la música de Sergio Contreras.
Como siempre dejó la bandeja sobre la cama, Diana la colocó sobre sus muslos y comenzó a cenar, como si estuviese sola. Hacia caso omiso a la presencia de Tomás en aquella habitación, sus sentidos estaban puestos en la comida.
-¿No me has notado diferente?- pregunto el un poco serio-
-La verdad es que no me he fijado, perdona Tomás- dejó de comer y miró al hombre- ¡Vaya! Te has dejado bigote y perilla- exclamó Diana como dándole importancia a esa nueva imagen que presentaba, aunque la verdad es que no la importaba lo más mínimo.
-¿crees que me favorece, estoy mejor?
-Claro Tomás, mucho mejor. Te hace como mas importante- Diana buscaba adularle todo lo posible, para que así el confiara un poco más en ella.
Pero Hector notó algo raro en el tono de voz de la muchacha, apretó los puños dentro de los bolsillos de pantalón- creo que me está vacilando- pensó. Se iba a poner frente a ella para comprobar si sus palabras eran ciertas haciéndole otra pregunta, si no le satisfacia la respuesta o el tono, tendría que castigarla para que aprendiera a ser educada. Cundo se disponia a formular la pregunta trampa escucho a su madre llamarle-Hijo ¿Qué haces ahí abajo?- Hector le hizo un gesto a Diana de que se mantuviera en silencio, se había olvidado de cerrar la puerta-La maldita vieja metiendo las narices donde no la llaman- murmuro.
-Nada mamá, no bajes que puedes caerte. Estaba ordenando las herramientas un poco, ya subo.
-Es que había oido como si hablaras con alguien, no tardes que la cena está lista.
Al escuchar Diana las palabras de la mujer, quiso abrir la boca para advertirla de que la tenían allí abajo encerrada, pero Hector adivino sus intenciones y rapidamente la tapó la boca con la mano –Os mato a la dos si dices algo- y dejandole libre los labios salio disparado hacia arriba. Un sudor frio recorrio el cuerpo de Diana, había visto  esos ojos que la miraban fijamente mientras era amenazada, una furia apunto de desatarse y el blanco del globo ocular se había sustituido por un rojo sangre. De haberlo intentado estaba segura que por sus palabras, no hubiera tenido el más mínimo reparo en asesinarlas. Necesitaba hacerse con algun tipo de arma para una posibe defensa, los cubiertos de plastico no podia hacerlos desaparecer, debian estar allí cuando el regresara a por la bandeja. Miraba a su alrededor, el hambre se le había pasado por completo, entonces se fijo en uno de los cedes de música, se levantó y cogió uno. Lo partió por la mitad, el filo que había quedado en una de las partes parecía suficiente como para seccionar, no profundamente pero si algun punto importante, un ojo por ejemplo. Con las mismas, guardo la parte mas roma en el estuche que le correspondia y la otra la puso bajo el colchon, en una parte donde no lo aplastara.
Hector tenia el rictus serio, mientras cenaba no miraba a su madre, estaba disgustado por el fallo cometido y por la indiscreccion de la señora. De haber sido unos años mas joven seguro que hubiera bajado sin decir nada, descubriendo así a su “invitada”, pero le salvó el que la mujer no caminaba bien y menos por escaleras, mas sus demencias puntuales que gracias a eso el estaba con ella. Después de cenar se iria a tomar una copa, no tenia ganas de estar allí con ella. Cuando recogian la mesa, el teléfono de la casa sonó, Hector soltó lo que tenia en las manos y descolgó el aparato.
-Si ¿Quién es?- contesto de malos modos.
-Hola buenas noches Hector, soy el carpintero.
-Hola, que deseas.
-Ya tengo el presupuesto listo a falta del modelo de tarima. Si lo teneis decidido ya me lo dices y ahora mismo te doy el presupuesto. Aunque luego te lo entregaria por escrito claro.
-¡Ah bien!, dejame que coja el muestrario y te digo. Pues creo que el que más nos gusta es el numero cuatro.
- ¿El cuatro? perfecto, aunque lo veo un pelin oscuro ¿no?
-No, ese esta bien ¿a cuanto asciende la suma total?
- A ver, el total son mil seiscientos euros. Va incluido el IVA tambien.
-Entonces deacuerdo, ¿cuando podrias empezar?
-Si no te viene mal mañana mismo puedo ir a por la puerta e instalarla, de camino pido la tarima para que la tengan cuanto antes.
-Por mi está bien, te espero mañana ¿sobre que hora estarás por aquí?
-Tengo que ir al almacen a por la puerta y a por la herramienta, sobre las once más o menos.
-Deacuerdo, hasta mañana.
-Hasta mañana.
Alberto se frotaba las manos, le había salido un dia redondo, tres presupuestos aceptados. Y eso que es este ultimo se pasó un poco en el precio final, pero como el cliente dijo que por dinero no había problemas aprovechó.
Hector se cambió de ropa y se dispuso a salir a despejarse un rato en algun club de carretera que encontrara. No le dijo a su madre que se iba ni a donde lo haria, salió por la puerta hacia el garaje, arrancó y se marchó. Francisca se cercioro de que su hijo no se encontraba en el chalet y pegó la oreja a la puerta del sotano, estaba segura de haber escuchado una voz de mujerque conversaba con su hijo, pero no logró oir nada. En esas estaba cuando sonaron como introducian las llaves en la puerta principal, en ese momento apareció su hijo, ella disimuló haciendo que iba a la cocina apoyandose en las paredes. Hector se quedó mirando sin decir nada pero diciendo todo con la vista – se me ha olvidado la cartera- dijo mientras pasaba junto a su madre. Por el rabillo del ojo vio que se metia en la cocina y el inspecciono la puerta del sotano por si le había dado a su madre por intentar abrirla, todo estaba bien. Fue a su cuarto, cogio la cartera y se marcho sin decir nada nuevamente. Francisca sentia curiosidad por aquella puerta pero no se la volveria a jugar, nunca se sabia como podria reaccionar su hijo – desde que regresó de la guerra no es el mismo- dijo casi entre lagrimas.
Germán, Carla y Jose, entraban en comisaria, el iba tras ellos. Carla pidió educadamente poder ver al comisario Salcedo –tenemos algo importante que decirle y enseñarle- le dijo al agente de la entrada. Germán notó como su estomago se hacia un nudo y le dieron ganas de vomitar allí mismo, los nervios estaban intentando superarle una vez más. Salcedo salió al encuentro de los tres visitantes, con la mano les indicó el camino a seguir. Esta vez no serian recibidos en su despacho, pero si en una pequeña sala de juntas que había al lado, tomaron asiento colocandose frente a ellos  y esperando que alguno iniciara la conversación. Pero el tuvo que ser el que rompiera el hielo.
-¿Y bien? Ustedes diran, estoy un poco liado con un caso y no tengo demasiado tiempo.
- No le robaremos demasiado comisario- contestó Carla- Germán estuvo ayer en el parque donde desapareció mi hija.
-Si, estoy informado de ello- respondió Salcedo mirando a la cara a Germán.
-¿entonces seguro que sabe que pasó despúes?- replico de nuevo Carla- quería ser ella la que mantuviera el pulso con el comisario y que este dejara de contestar mirando al muchacho.
-Bueno quien sabe, alomejor si o alomejor no.
-No creo que sepa nada comisario, de haberlo sabido ya nos lo hubiera hecho saber, apuntarse tantos es algo que les encanta. Como le decía Germán estaba en el parque y en el mismo banco donde se supone que Diana estuvo sentada, de pronto una tormenta descargó y mi yerno al marcharse del lugar tropezo con algo.
-Si, tambien se que se puso a diluviar en cuestión de segundos. Y ¿con que tropezo?
Germán sacó de su bolsillo el móvil envuelto en la bolsa y se lo mostró al comisario. El extendió la mano para que se lo dejara ver. Aun coservaba algo de barro en la carcasa y en su interior.
-¿Estan totalmente seguros que este teléfono pertenece a Diana?
-Si señor, esa de que cuelga del móvil es de Diana-contesto esta vez Germán-
-La de de Diana. ¿Y por que no puede ser la de de Debora o Daniela?
-Por que esa misma letra se la regalé yo, al igual que ese teléfono- volvio a contestar firmemente Germán.
-Muy bien, lo mandare analizar como prueba del caso, veremos que huellas encontramos en el- dijo Salcedo mirando de nuevo al muchacho.
-Otra cosa comisario- dijo Carla. Le rogaria que dejasen de seguir a Germán, el no tiene nada que ver con la desaparición de mi hija.
-Creo que ya hemos tenido esta conversación otra vez, solo hacemos nuestro trabajo ¿tambien estan seguros de que somos nosotros los que vigilamos al novio de su hija?- dijo este poniendose de pié.
-Seguros no, pero suponemos que es así.
-Entonces solo lo suponen, bien. Siento no estar más tiempo con ustedes pero tengo otros asuntos que atender, ya les informaremos de lo que encontremos en el móvil. Buenas tardes.
-Buenas tardes- contestaron los tres al unísono. Y los dejó allí sentados con un plamo de narices.
Abandonaron las dependencias policiales, casi tan rapido como se marcho el comisario de la sala de juntas, en el coche comentaban la conversación que habian tenido con el simpatico comisario, llegaron a  la conclusión de que esa pose que tomaba lo hacia para hacerse el tipo duro y aunque lo clavaba no le pegaba nada.
Hector detuvo su coche en un club de carretera llamado “Land of Women”  debía  ser nuevo ya que el no lo conocía y tenia recorridos casi todos los de la zona, nunca buscaba sexo con las chicas que allí trabajaban, solo se limitaba a tomar unas copas y a marcharse, pero esa noche tenia ganas de más. Entró en el local, no tenía mucha luz pero la suficiente para saber moverse por el interior y ver bien a la chicas, las había de todas las nacionalidades pero las que más abundaban eran suramericanas. La primera que se acerco a el mientras pedia un Gin-Tonic fue una con acento de europa del este, no le agrado el olor del perfume así que no la hizo caso. Pero si se fijó en una que parecía asiatica, la unica que vió  y la llamó con el dedo pidiendo que se acercara. Continuara…

La Lluvia (part19)

martes, 16 de agosto de 2011

La Lluvia (part18)

A la misma hora que Alberto hacia acto de presencia en casa de su cliente, Germán se levantaba de la cama. Lo primero que se dispuso hacer nada más plantar los pies en el suelo era llamar a Carla, necesitaba hablar con ella y no iba a esperar ni un segundo.
-Hola Carla
-Hola Germán ¿qué tal estas?- pregunto ella, un poco sorprendida ya que se habían visto ayer y no esperaba que su yerno la llamara hoy.
-Bueno, la verdad es que no estoy demasiado bien. Tengo que contarte algo, me sucedió después de que me dejarais en casa.
-Me preocupas Germán, cuentame.
-No creo que deba decírtelo por teléfono, preferiría que nos viésemos. No es que sea una cosa grave pero  es algo importante sobre Diana. ¿Qué tal si comemos juntos?
-Hoy me es imposible, tengo visita en casa y no seria momento de una reunión para hablar de este tema. Pero puedes adelantarme algo, no me dejes así ¿han encontrado a Diana o saben donde puede estar?
-No, no es nada de eso. Ayer cuando subí a casa no podía estar en ella, tuve que salir a pasear por que me encontraba muy agobiado. Sin darme cuenta me encontré en el mismo parque donde desapareció Diana. Estuve sentado en el banco que la vieron por ultima vez, llovía pero no me sentía con fuerzas para moverme de allí, la notaba tan cerca que no quería desprenderme de aquella sensación. Cuando me marchaba tropecé con un objeto que salia entre el barro, me agache para ver que era aquello, cuando lo tuve en mis manos descubrí que se trataba del móvil de Diana.
Carla escuchó el relato de Germán sin pronunciar palabra, cuando le descubrió que era lo que había encontrado se llevó la mano al pecho, como si su corazón se hubiera helado en ese momento.
-Pero Germán, eso es bueno, son buenas noticias- decía ella con las palabras aceleradas por el nerviosismo. Quizás puedan hallar alguna huella que no se de Diana, puede ser que la persona que se la llevara le arrebatara el móvil para que no llamara a nadie y después lo tirara hundiéndolo en el barro. Aquella noche llovía, acuerdate.
-Carla, Carla-interrumpió Germán. Ya he pensado en todas esas posiblidades y creeme que nada me gustaría mas que encontrasen cualquier indicio para que todo esto termine, para que Diana vuelva a casa. Pero el móvil lo encontré yo ¿sabes lo que puede significar eso para la policía?, soy una de las personas que tienen en su lista, tu misma lo escuchaste y sabes que me tienen vigilado. Carla, con esto podrían cebarse aun más conmigo. Estoy asustado, entiendeme.
-No te preocupes Germán, iremos contigo a la policía, le explicaremos lo sucedido al comisario Salcedo. Para el será mas importante el hecho de haberlo encontrado, de tener una posible prueba, que la persona que lo haya hecho seas tú. Esta tarde cuando se marchen mis invitados te llamo y vamos a entregarlo.
-Esta bien Carla, pero antes de entrar a la comisaria, analicemos los pros y contras del asunto.
-Germán escucha, tranquilo no pasará nada te lo aseguro. Esto es algo bueno, sobre todo para Diana, procura calmarte y esta tarde nos vemos. Un beso.
-Un beso Carla, hasta luego.
El nerviosismo de Germán era tan notorio, que no seria capaz de sostener un vaso de agua con las dos manos. Temblaban como si derrepente sufriera de un parkinson severo, pero no era el único síntoma de angustia que sufría, el estomago se le había cerrado por completo. El hambre que tenia cunado se despertó, desapareció mientras avanzaba la conversación con Carla. Le quedaban todavía varias horas hasta que se encontrara con su suegra y no sabia con que llenar aquel hueco en el tiempo.
Alberto entretanto terminó de hacer un par de visitas más en Móstoles, esos últimos presupuestos que había entregado en su localidad ya estaban aceptados y el trabajo era suyo. Ahora su siguiente parada era su casa, quería ponerse rápidamente manos a la obra con el presupuesto de Casarrubios del Monte, era una importante suma de dinero la que sacaría de aquel trabajo y quería poder llamar al cliente a ultima hora de la tarde, de aceptarlo comenzaría al día siguiente.
El Comisario Salcedo recibió una llamada en su despacho de la comisaria, era el forense encargado del caso sobre el cadáver hallado en Móstoles. El medico forense y el comisario se conocían hacia bastantes años, le unía además de lo profesional una relación de amistad que habían llevado mas allá del trabajo. Ambos se entendían muy bien laboralmente hablando, contaban sus numerosos casos en equipo como resueltos. La intención de su llamada no era otra que informarle de las investigaciones llevadas acabo sobre el cadáver.
-¡Salcedo, amigo mio!
-¡Dr. Moguer! ¿Cómo estas?
-Pues atareado como siempre, no paráis de darme trabajo-dijo riendo el Forense.
-Te quejas demasiado compañero- contestó riendo también su amigo.
-Menos de lo que debería camarada. Tengo preparado el informe de la autopsia del cadáver que encontrasteis en Móstoles, también hemos encontrado unas huellas que podrían ser del posible asesino. Ahora mismo las han mandado al laboratorio.
-Dices que pueden ser del posible asesino ¿Por qué crees eso?
-Según vimos, el cadáver fue arrastrado varios metros desde donde se produjo la agresión, hasta donde dejaron el cuerpo. En ese trayecto el asesino tuvo que tirar con fuerza del cuerpo, pero lo sorprendente es que lo hizo con una sola mano. Le cogió por la parte de atrás  del cuello de la chaqueta y de la camisa, dejando así cuatro huellas dactilares que hemos encontrado. Solo una de esas huellas es clara, pero aun así se han mandado todas a cotejar con el archivo informático.
-¡Fantastico Roberto, buen trabajo! Para cuando podremos disponer de un nombre.
-He dado ordenes directas y precisas, de que esta misma tarde tengas a tu más que posible asesino.
-Si es que por algo me gusta trabajar contigo, eres el mejor. Recuerdame que os debo una cena a ti y a tu mujer.
-Eso diselo a los jefes para un aumento de sueldo- contesto riendo a carcajadas. Lo de la cena está bien, pero lo haremos como siempre, después de cerrar el caso. Así lo celebraremos a lo grande, Noelia tiene ganas de veros.
-Rosa también tiene ganas de que nos juntemos, le diré que en cuanto esté el caso resuelto nos reuniremos los cuatro. Un abrazo amigo mio.
-Otro para ti “madero”- le dijo bromeando y colgó.
Salcedo estaba exultante de alegría, el caso estaba a un paso de cerrarse de manera positiva para su equipo, con el nombre y la detención del asesino. Una mención más para si ya exitosa carrera, aunque ese jubilo duró pocos minutos. Mientras ordenaba la mesa de su despacho atestada de informes, dio con la carpeta del caso Diana, ese podría ser un borrón en su trayectoria profesional. No tenían absolutamente nada importante sobre la investigación, solo una vaga descripción de la vestimenta de una persona que estaba con la chica la misma noche de la desaparición. Miraba la foto de Diana con gesto preocupado y preguntándole  para sus adentros-donde estas Diana, donde-.
A las cinco de la tarde Germán ya no aguantaba más en su casa, era como estar enjaulado a la espera de salir a dar el paseo diario. Guardo el móvil dentro de una bolsa de plástico y lo metió en el bolsillo de su pantalón y se fue a la calle, caminaba despacio en dirección a la casa de Carla, esperaría su llamada cerca del domicilio. Con su manera de caminar tenía tiempo de observar todo su alrededor, sobre todo si estaba siendo seguido por alguien. Se fijo que un vehículo de color gris pasaba cada cinco minutos en la misma dirección en la que caminaba, al principio no le dio demasiada importancia pero después de varias pasadas si logró llamar su atención. Decidió entonces alargar su paseo dando un rodeo mas largo, para cerciorarse de que estaba siendo vigilado por la persona que conducía ese vehículo  y en cualquier caso acababa encontrándoselo por la misma ruta que había tomado. En un intento por despistarlo se metió en un parque vallado, por allí era imposible que lo siguiera, además el recinto disponía de tres posibles salidas, con lo cual quizás lo perdería con relativa facilidad. Se dirigió a la salida que había más a su izquierda, una vez en la misma volvió a cambiar su rumbo hacia la salida central.  Cuando estaba ya fuera se quedo inmóvil, mirando a un lado y a otro de la calle en busca del vehículo perseguidor, esperando verle aparecer en cualquier momento, pero después de unos minutos no había ni rastro de el. Estaba satisfecho, había logrado dar esquinazo a su “escolta” particular. Llegaba ya al edificio donde vivían los padres de Diana, no había recibido todavía la llamada de Carla así que entro en un bar para tomarse un café mientras esperaba, sentado en una de las mesas que estaba junto a una de las cristaleras del local volvió aparecer el vehículo.  Se detuvo frente al portal y al bar donde se encontraba, estuvo allí parado durante algunos segundos, Germán se había quedado con la taza a medio camino entre la mesa y  su boca, observando perplejo el coche, ya tenia la prueba concluyente de que le seguían y de que sabían perfectamente a donde se dirigía. Soltó la taza en la mesa derramando un poco de  su contenido sobre la misma, corrió hacia el vehículo y justo cuando estaba apunto de alcanzar la ventanilla opaca del conductor, este acelero sin dar ninguna oportunidad a Germán.
El encargado de vigilar y seguir al posible sospechoso, informó por radio inmediatamente de lo que estaba pasando, había sido casi descubierto por Germán, que minutos antes logró despistarlo atravesando un parque. Las instrucciones para el conductor fueron claras-Regresa a comisaria, se acabó la vigilancia por unos días- Continuara……

sábado, 13 de agosto de 2011

La Lluvia (part17)

Hector esperaba pacientemente a que los tonos de llamada, cambiaran por la voz de alguien que le atendiera, lo intentó sin éxito en varias ocasiones.  Dejaría pasar un tiempo antes de volver a llamar, mientras se acordó de Raquel, no había estado aquí a la hora de comer y seguramente el hambre de su “invitada” era tremenda. Preparó unos espaguetis a la carbonara, los acompañó con un pequeño bol de ensalada y un brik de zumo, se aseguró de que su madre no andaba cerca para poder entrar en el sótano. Al bajar se encontró a una Diana compungida, ahogada en su propio llanto, con los ojos irritados de tanto sollozar, su mente no atinaba con que palabra comenzar una disculpa, la observaba con gesto triste por su estado, era su culpa y no tenia ni idea de cómo remediar esa angustia. Ella no se había dignado siquiera a mirarle, realmente tenia motivos para estar enfadada con el, entendía que no fuera merecedor de ningún recibimiento medianamente cortés, se limitó a dejar la bandeja sobre la cama y dio media vuelta para irse por donde había venido. Cuando alcanzaba el ultimo escalón, escucho un apagado –gracias Tomás- que le hizo retroceder justo hasta el punto de poder verla la cara.
-De nada Raquel, se que me he vuelto a portar mal contigo sin que lo merezcas. Te pido disculpas, aunque estás en tu derecho de no aceptarlas, dije que no volvería a pasar y no he cumplido mi palabra, lo siento.
Diana no dijo nada, entre los dos había un abismo de silencio, entendió que lo mejor era dejarla sola, quizás más tarde podrían hablar tranquilamente. Mientras cerraba la puerta intentando no hacer ningún ruido, el timbre musical del teléfono le saco del trance tácito que estaba viviendo,  se encaminó  raudo hacia donde se encontraba el inalámbrico.
-¿Digame?
-Hola buenas tardes, le llamo de la Carpintería Garlopa, teníamos una llamada de este numero.
-Si, hace un rato que estuve llamando, mi nombre es Hector, pensé que ya habrían terminado su jornada. Necesitaría que me dieran un presupuesto.
-Si claro caballero, ¿Cuál sería el trabajo a realizar?
-Pues quisiera cambiar una puerta de una habitación y  un suelo de madera, tarima para ser más exactos.
-Perfecto, para la puerta me tendría que decir usted el modelo, para que no sea distinta a las demás. Para la tarima sería necesario que viese usted nuestro muestrario y elegir.
-Puesto que tengo que ver ese muestrario, quedamos mañana y así ve usted personalmente la puerta. Si le parece bien.
-Sin ningún problema, digame la dirección y mañana sobre las doce estaré allí señor Hector.
-Apunte, calle Magistrado, numero dos, Casarrubios del Monte. Mañana nos vemos entonces.
-Muy bien caballero, hasta mañana.
Hector no tendría reparos en pagar la cantidad que le pidiesen por el trabajo, según las señales que creía haber recibido, ellos debían realizar esa tarea y conseguiría la siguiente señal que andaba buscando. De ello dependía ir o no de viaje, si la indicación era lo suficientemente clara retrasaría su salida del país para mas adelante, pero cayó en la cuenta que Raquel era un lastre, dejarla sola en la casa, encerrada, no podría ser. Se metió en su habitación cavilando que hacer con ella en el caso de hacer ese viaje.
Calado hasta los mimos huesos, Germán entro en su casa. Extrajo el móvil de diana del bolsillo de su pantalón y lo dejó sobre la mesa del salón, se desvistió  en la cocina dejando la ropa empapada en el cubo de la ropa sucia. Giró la llave del agua caliente para llenar la bañera, necesitaba darse un baño relajante. Después de esos momentos de relax, donde dejar la mente en blanco era lo que se proponía, volvió a coger el teléfono móvil para examinarlo cuidadosamente. La pantalla estaba rota así como parte de la carcasa que recubría el aparato y faltaban algunos de los botones del teclado, sabia que no funcionaria pero aun así presiono el botón de encendido por si sonaba la flauta, nada ocurrió. Ahora venia el dilema -¿Se lo entrego a la policía?, si lo hago dirán que como lo encontré, si no sería que lo tenia escondido. Quizás si les proporciono el móvil tendrán una excusa más para continuar sospechando de mí, pero si no se lo doy, puede ser que  contenga alguna huella de la persona que se llevara a Diana, con lo que no podrían investigar una posible pista.-
Lo primero que haría mañana es enseñárselo a Carla, y juntos tomarían la decisión más acertada, no deseaba enfrentarse solo al inspector con esa prueba en sus manos pero tampoco quería ser el único que supiese de su existencia si la policía lo encontraba en su casa. En otras circunstancias no  tendría miedo a los agentes de la ley, pero después de lo vivido era algo más que miedo.
A la mañana siguiente el sonido del teléfono le hizo despertarse sobresaltado, a la carrera descolgó el auricular.
-Buenos días marmota- dijo su hermano riendo al otro lado del hilo conductor.
-Hola Alberto, me acosté tarde anoche ¿Qué hora es?
-Son las nueve y media, habíamos quedado a la nueve para terminar el trabajo en casa de la señora Paloma.
-Perdoname hermano, ni me acorde. Si no te importa hoy preferiría quedarme en casa, no me encuentro demasiado bien.
-No te preocupes Germán, descansa y esta tarde hablamos para ver si estas en condiciones para mañana. Un abrazo.
-Gracias Alberto, esta tarde estaré seguramente en casa de Carla, no obstante llámame antes para confirmártelo. Otro para ti.
Germán puso la alarma de su despertador a las doce, así cuando se levantara se comunicaría con Carla para preguntarle si podría ir a comer a su casa y contarle lo que encontró la noche anterior.
Hector se había levantado muy temprano como siempre, hasta las diez de la mañana estuvo sometido a la disciplina del trabajo ante su ordenador, a esa hora hizo una pausa para bajar a darle el desayuno a Raquel. Con un carraspeo le anunció a su “invitada” que entraba en la estancia. Ella dormitaba hasta ese momento, froto sus ojos y se estiró desperezándose, pausadamente se incorporo de la cama.
-Buenos días Tomás- dijo ella entre bostezos.
-Hola, buenos días- contestó el, mientras le entregaba la bandeja del desayuno. ¿Cómo te encuentras hoy?
-Mejor gracias, ayer no tuve un buen día. Esta situación me supera por momentos- se atrevió a decir  Diana. ¿Puedo hacerte una pregunta sin que te molestes Tomás?
-Claro Raquel.
-¿Qué es lo que quieres de mi? No sabía de donde sacó las fuerzas ni el valor para preguntar aquello, quizás fueron sus ganas de intentar acabar con la circunstancia que estaba viviendo. Pero aún así el temor a la respuesta se apoderó de todo su cuerpo dejándola casi paralizada.
-El día que nos vimos por primera vez, tu forma de actuar contra mi me desagrado por completo, solo pretendía ayudarte pero desconsideraste mi ayuda de muy malos modos, creo que no era necesario comportarse de esa manera con alguien que pretende ayudarte. Esto es un castigo que pienso merecido. Lo que no se es que pasará en el futuro, es evidente que no deseo que me denuncies y por ese motivo permaneces todavía aquí.
-Pero Tomás.
-Si lo que me vas a preguntar es que si te dejaré libre algún día, no puedo contestarte a eso, no hemos llegado al grado de confianza suficiente.
-No te denunciare, lo juro- dijo Diana en un intento desesperado por ablandarle.
Sin decir ni una palabra más, Hector abandono el sótano. Diana recibió la respuesta que buscaba, la intranquilidad de vivir en el ¿qué pasara? continuaría instalada en su mente, hasta que el decidiera. En su fuero interno creyó por un momento que el se desmoronaría y la dejaría marchar.
A las doce en punto el timbre de la verja metálica sonó. Hector antes de abrir observo al individuo por el videoportero, un hombre con una carpeta de cartón y varios folletos esperaba en la puerta. Entendió que se trataba del carpintero y pulsó el botón de apertura de la entrada. Salió a recibir al hombre a la puerta principal, mientras su madre se acercaba por el pasillo.
-Buenos días – dijo cortésmente Hector
-Buenos días sr. Hector, mi nombre es Alberto, encantado de conocerle.
-Lo mismo digo Alberto, puedes tutearme  si lo deseas-dijo mientras le estrechaba la mano.
-Perfecto, pues enseñame lo que quieres que hagamos.
-Antes de nada te presento a mi madre Francisca.
-Un placer señora.
-Lo mismo digo hijo- contestó ella con tono maternal.
Los tres se dirigieron al piso superior, para que el carpintero viera el trabajo que le iban a encargar. Primero le enseñaron  la puerta, un modelo rustico en tono claro, tenía unos herrajes en forja en cada una de las esquinas y un pomo del mismo material.
-La puerta habría que cambiarla entera, pero si no quiere podemos ponerle una lamina de madera por cada lado. El acabado no se notaría demasiado.
-Prefiero cambiar la puerta entera.
-Perfecto, un momento que coja las medidas-sacó su metro para medir el largo y el ancho de la puerta.
-Con el suelo que quieres hacer- preguntó Alberto
-Pues podríamos aprovechar y cambiarlo también.
-Otra solución es cambiar solo las tiras que tienen desperfectos.
-No, mejor la cambio del todo. Si me gusta el resultado podremos hablar de sustituir la del piso inferior.
-Como quieras, tengo aquí los catálogos de las tarimas. Elijen uno y me dicen que modelo seria, no hace falta que sea ahora mismo. Pues ya está, mañana te llamo y según el tipo de suelo te digo el presupuesto completo.
Acompañaron a Alberto hasta la salida y se despidieron. El destino se comporto de forma caprichosa y cruel, había juntado al secuestrador de Diana con parte de su familia, los cuñados habían estado separados por tan solo unos metros. Continuara…

jueves, 11 de agosto de 2011

La Lluvia (part16)

La satisfacción que le llenaba después de lo que había vivido en este día, desapareció por completo con la actitud del motorista. Había cambiado su júbilo interior, por una nueva ola de ira incontenible, se apuro en repostar para poder seguirle y enseñarle  que no debía ser tan mal educado, lo tenía claro, no dejaría que se escapara sin castigo. Con una diferencia de veinte segundos salió de la estación de servicio tras el motero, pisó a fondo por el carril de aceleración para incorporarse a la autovía lo antes posible, veía como la moto iba haciendo eses entre los coches para adelantarlos, el se colocó en el carril izquierdo dispuesto a no salir del mismo, cuando se acercaba al vehículo que le precedía le daba ráfagas con las luces largas para que se apartara, al pasar junto al coche adelantado recibía insultos y gestos con el dedo índice de la mano. Hector ni se molestaba en mirarlo, su punto de mira estaba fijado en la BMV 1200 lt, no veía otra cosa, el motorista en cambio iba disfrutando de la conducción, del sentimiento de libertad que le daba su vehículo de dos ruedas, ajeno a lo que le venia por detrás. Unos cuanto kilómetros después logro darle alcance, se situó a pocos metros justo cuando este indicaba con su intermitente el cambio de vía, la cosa resultó algo complicada para Hector por la velocidad que llevaba. Ahora circulaban en dirección Aldea del Fresno, una carretera de doble sentido con muchas curvas, la moto se mostraba ágil en este trazado, no así el Kia de Hector, aún así lograba mantener la distancia. En una de las rectas se armo de valor y se dispuso a echarlo de la carretera con un toque certero en la parte trasera de la moto, era el momento y tenía que aprovecharlo, poco le importaba la suerte que corriera aquel hombre que lo había desafiado y comenzo a pisar mas a fondo el acelerador, pero después de un rápido vistazo a su retrovisor desistió de la maniobra que intentaba, un coche de la Guardia Civil se acercaba. No podía ni debía hacerlo, la ira cambio a frustación y al entrar en Villamanta se metió en una calle dejando así escapar a su nueva víctima.
Francisca estaba inquieta, su hijo no había venido para comer, miraba por la ventana de la cocina cada cinco minutos y si no abría la puerta de la casa para quedarse bajo el marco buscando con la mirada el coche de su hijo.  Cansada de darse paseos a la cocina y de ahí a la entrada principal se sentó en el jardín con la mirada perdida y la mente ocupada en el paradero de su hijo. Pocos minutos después vio la silueta de su primogénito entrar en el salón, se levantó para recibirlo.
-Cariño me tenías preocupada ¿dónde estabas?
-Estaba dando un paseo con el coche y se me fue el santo al cielo, estoy bien mamá no te preocupes. He estado pensando en que hagamos un viaje después de que nos arreglen la puerta de mi cuarto y el suelo del pasillo ¿qué te parece?
-Para mi lo que decidas está bien, mientras tú te encuentres agusto haremos lo que quieras.
- Entonces iremos a que conozcas París, te va encantar mamá ya lo veras.
Hector tenia decidido hacer ese viaje, pero no por los motivos que le había dado a su madre, buscaba escapar de todo el jaleo que se podría avecinar por el asesinato que cometió. Después del largo abrazo que ambos se dieron, descolgó el teléfono para marcar el número que apunto de la carpintería.
Diana estaba desesperada en su encierro, otra vez se había quedado sin comer ni beber, no lograba entender por que Tomás le hacia eso, que se suponía que debía hacer cuando lo viera, mostrarse sumisa como siempre, en busca de aquella confianza que la diera la oportunidad de escapar o abalanzarse hacia el con toda la rabia e impotencia que sentía en ese momento, quizás así esto terminara de una vez para alguno de los dos. Sabía que contra el corpulento Tomás no gozaría de oportunidad alguna de hacerle el daño suficiente, para poder arrebatarle la llave del candado que la mantenía sujeta. Su familia y su novio regresaron a su mente, abatida y cansada de aquella pesadilla rompió a llorar desconsoladamente, que sería de ella, cual eran los planes que le tendría preparados Tomás, dejarla encerrada de por vida o matarla cuando se cansara de ella, consideraba que la libertad no era factible, no se arriesgaria a que lo denunciara. Pero si surgiera la corversacion acerca de su futuro estaría dispuesta a llegar a un trato, jamas lo denunciaría ni le contaría a nadie lo sucedido, cualquier cosa a cambió del fin de su sometimiento, incluso  si el quisiera sumaria a ese trato practicas sexuales durante el tiempo que durara su cautiverio. La furia con la que estaría encantada de recibir a su carcelero se torno nuevamente en sumisión, esos últimos pensamientos la devolvieron a la realidad de un ser que  debía mostrarse obediente y dócil. Solo necesitaba una oportunidad, por pequeña que fuera para intentar huir pero ya se había cansado de rogarle a dios pidiéndole esa oportunidad, su fe se esfumaba al ritmo que los minutos se sumaban al tiempo de su reclusión.  Pensaba que si el creador del mundo estuviera en algún lugar, no permitiría que pasasen estas y otras muchas cosas.
  de ese hecho hasta que no se vio frente a el, su corazón inició una subida de pulsaciones tal que pensaba que se le saldría del pecho. El aire que respiraba parecía no se suficiente, abrió la boca en busca de mas oxigeno pero logró empeorar su estado, estaba hiperventilando, necesitaba tranquilizarse, buscaba desesperadamente una bolsa con la que normalizar su hálito. Procuro inspirar despacio mientras se acercaba al mismo banco donde había estado su novia, se sentó y metió la cabeza entre sus piernas, poco a poco recuperaba un estado pulmonar normal, supuso que lo que le sucedía era un ataque de ansiedad, pero estaba logrando controlarlo. Acarició con la mano una parte del banco y sus ojos se anegaron de agua salada, como si se tratase de un mar embravecido, sus lágrimas rompían contra el malecón que era su conducto lagrimal, postrado en aquel banco la sentía tan cerca pero a la vez tan lejos. Miraba al cielo preguntando en voz alta -¿Por qué dios mio, por que?- esperando una respuesta que comprendía que no recibiría nunca, pero necesitaba desahogarse.  La noche caía sobre su cabeza, un manto negro de nubes descargó repentinamente una lluvia impetuosa, no se movió del lugar dejandose empapar hasta los huesos, quiso creer que esa lluvia era la respuesta que pensaba que no se produciría, el mismo día que Diana se evaporó un aguacero era testigo mudo de lo que había sucedido en aquel parque y en ese mismo banco. Sin saberlo, ambos estuvieron pensando el uno en el otro y derramando lágrimas casi a la misma hora, parecía como si sus almas, sus subconscientes, se conectaron  para hacer de esos sentimientos uno solo.
Alguien estaba observandole, desde un coche informaron de que Germán se encontraba en el lugar de los hechos y que parecía llorar desconsolado, pero sospechaban que pudiera ser un sentimiento de culpabilidad más que la tristeza real que le embargaba. Recibió órdenes de abandonar discretamente  la zona y continuar al día siguiente con el seguimiento, cosa que hizo casi sin terminar de hablar con su interlocutor pues deseaba volver a casa. Germán se levanto como si de un muerto viviente se tratase, avanzo unos pasos sobre el embarrado suelo y tropezó con algo, no podía ver bien que era aquello, la luz no llegaba bien por sus intermitentes ráfagas. Unos relámpagos pusieron algo mas de luz justo cuando se agachaba, sorprendido aparto el agua y el barro con avidez del aquel objeto, cuando lo tuvo en sus manos no salia de su asombro. Acababa de  encontrar el móvil de diana, supo que era suyo por el colgante que pendía del aparato, una D recubierta de cristales brillantes…..Continuara

martes, 9 de agosto de 2011

La Lluvia (part15)

Hoy, martes sobre las diez de la mañana se ha encontrado el cadáver de un hombre en Móstoles.  Según la policía, la persona había fallecido tras recibir varios golpes brutales, se está investigando la zona donde se hallaron los restos mortales en busca de más pruebas y del arma homicida. Se descarta como móvil de la muerte el robo, ya que la cartera con doscientos euros, así como otros objetos de valor seguían en poder del fallecido.
Con esta noticia atraves de la radio del coche, se desayunaron  los hermanos camino del trabajo.  Aquello estremeció el alma de Germán, se imagino por un momento que esa noticia podría darse en cualquier momento, pero cambiando un hombre por una mujer, Diana. En el lugar se personó el inspector Tejada para organizar el equipo de investigación y acotar la escena del crimen, excepto las huellas que dejó el cuerpo al ser arrastrado y las de la persona que tiró de el no encontraron nada más interesante. El forense relleno el acta para que se procediera al levantamiento del cadáver y llevarlo al Instituto anatómico Forense, donde se completarian las pesquisas en el mismo cuerpo y  arrojar así mas luz sobre este macabro suceso.
Hector se había levantado temprano, para trabajar en un proyecto nuevo. Preparó el desayuno para su “invitada”  pero la dejó a solas para seguir trabajando. A media mañana ya tenía mucho trabajo avanzado y decidió descansar para volver a pedir presupuestos para los desperfectos causados el día anterior. Su madre iba de aquí para allá limpiando y recogiendo cosas, de cuando en cuando se sentaba en el jardín para darle un respiro a sus piernas. Diana desayuno tranquila sin ser observada, después se dedico a inspeccionar aquella habitación, buscando algún punto donde se pudieran filtrar sonidos, para intentar hacerse oír, pero la cadena que la mantenía sujeta por el tobillo no tenia mucho recorrido y pronto dejo de buscar.  Francisca decidió poner la television, le gustaba ver esos programas matinales, donde se hablaba de las noticias del día, la prensa rosa y los realitis. La información sobre el hallazgo del cadáver no tardó en hacer aparición, se quedo sorprendida de que la muerte de aquel hombre se produjera tan cerca de su casa. Hector pudo escuchar por encima la noticia desde su habitación, su madre siempre subía bastante el volumen del televisor, por los pequeños problemas de audición que tenia, aunque no lo reconocía. Bajo distraidamente las escaleras y entro en el salón, pero cuando llegaba deban paso a otros remas de actualidad.
-Buenos días mamá.
-buenos días cariño, tienes cara de cansado ¿has dormido bien?- pregunto Francisca, observando en el rostro de su hijo unas ojeras bastante marcadas.
-No he dormido mucho la verdad, tuve que levantarme pronto, tenia trabajo que hacer y no podía demorarlo más. Qué se cuenta la caja tonta ¿algo interesante?- pregunto en busca de información.
Su madre casi no le dejo terminar la pregunta, le contó lo que había sucedido cerca de donde vivían, el se limitaba a negar con la cabeza haciendo ver que no era normal lo que había pasado y en su cara una pose de falsa tristeza. Bien sabia el como fueron los hechos y el por que de esa muerte en aquella noche aciaga para su víctima. Una vez oído lo que quería, decidió salir a dar una vuelta, le apetecía despejarse un poco y pensar en soledad. Puso en marcha su coche y salió sin rumbo fijo.
Dos hora habían pasado desde que se marchara de su casa, fijaba su vista en conductores o viandantes, sobre todo en los hombres, los miraba como buscando algo que no entendía bien. Su mente se volvía a transformar en algo oscuro. De pronto un vehículo  llamó su atención, más que en el propio coche centro su vista en su matricula BLV 5719, algo se disparó en su cabeza y comenzo a descifrar aquella placa.
-¿Que quieres decirme?, susurraba para sus adentros. BLV, busca la verdad ¡eso es!- dijo esta vez en voz alta.
Acto seguido sumo los dígitos, el resultado de la operación matemática fue 22, esa misma cifra la separo y realizo una nueva suma, dos más dos  igual a cuatro.
-Busca la verdad con el cuatro- repitió varias veces.
Debía descubrir aquel enigma, esa misión que alguien le había enviado a su mente, el había sido el elegido para realizar aquella tarea y no podía fallar a quien estuviera detrás de la voz que llegaba a su cabeza. Tal era su convicción de lo que estaba pasando que continuó siguiendo al vehículo, no podía dejarlo escapar por que creía llevarle a alguna pista. Su capacidad real de razonamiento estaba entrando poco a poco en barrena, casi sin darse cuenta empezaba a perder el juicio. Apretó firmemente las manos contra el volante, perseguía al coche sin dejar de pensar en aquellas cabalas a las que le había llevado la matricula, no se situaba cerca pero si lo suficiente para no tener que hacer ninguna maniobra brusca y ser descubierto. Con su obsesión creciendo por momentos llegó a creer que hasta adivinaba el recorrido que llevaría aquel vehículo, que alguien estaba dotándole de algún don especial que le hacia sentirse poderoso. Entro en la calle Carlos Arniches, el objeto de su sin razón se detuvo en doble fila junto al numero diez de la calle, dos personas se bajaron del vehículo, descargaron lo que parecían ser unas herramientas y se perdieron en el interior del edificio. Hector se apostó unos treinta metros mas atrás, cuando los ocupantes del coche hubieron desaparecido bajo del suyo, caminando como si estuviera buscando algo llego a su altura, volvió a mirar la matricula y le guiñó un ojo sonriendo. Al ponerse en la parte delantera vio una pegatina en el capó en la que se podía leer Carpintería Garlopa (1) y un numero de teléfono. Ahora ya había comprendido  el mensaje, esas personas Debian hacer el trabajo que aguardaba en su casa, ellos tenían que ser lo que lo realizaran y de esa forma obtendría la siguiente misión. Al cabo de una hora los dos hombres regresaron al coche con las herramientas, Hector volvió a seguir sus pasos y después de varias vueltas acabaron llegando a su siguiente destino, esta vez aparcaron bien el vehículo y entraron en un restaurante. La zona era conocida por Hector, estaban a escasos metros de donde la policía encontró el cadáver esa misma mañana, aminoró la marcha y paso junto al lugar, no había ni rastro de policía, lo único que quedaba allí eran unas cintas delimitando la zona. Acto seguido paró, bajo del coche y se dirigió hacia donde tiró la barra con la que golpeó al borracho, una vez encontrada la depositó en el maletero y puso rumbo a casa. Sabia que  la persecución no fue en vano, encontró la respuesta al mensaje y le hizo poder recuperar una posible prueba contra el, estaba contento.
Alberto y Germán llevaban cinco avisos de reparaciones terminados, ya solo les quedaba uno. Era cosa simple, terminar de vestir el interior de un armario, no les llevaría demasiado tiempo y podrían volver a casa para descansar. Ambos estuvieron bromeando mientras trabajaban, las cosas parecían ir a mejor en el animo de Germán o eso es lo que le parecía a su hermano. Pero la realidad era bien distinta, la continua desazón por la desaparición de Diana rondaba continuamente su cabeza,  aunque intentaba disimular todo lo posible su tormento cuando  Alberto aparecía, cosa que había conseguido sin saberlo. A lo largo de la mañana había decidido presentarse en la comisaria para que le informaran de si sabían algo nuevo, por una parte no le apetecía nada ir por allí después de su ultima visita, en la que acabó siendo un sospechoso más, pero era necesario. Su hermano que sabia de sus intenciones se ofreció para acompañarlo y que así no se sintiera solo ante sus acusadores, pero antes le tenía preparada una sorpresa. Cuando acabaron el trabajo Alberto le invitó a comer, había preparado la sorpresa con la complicidad de su madre y de Carla, comerían todos juntos. Fueron al pequeño almacén que tenían alquilado para dejar las herramientas, después hizo como si fueran hacia su casa pero solo pasaron por delante de ella.
-¿no dejas el coche en el garaje?- preguntó extrañado Germán.
-No, hoy comemos fuera-contesto Alberto  picaramente. Y no lo haremos solos.
Al llegar al sitio acordado entraron, allí sentados junto a la barra estaban su madre, Carla y el marido de esta, todos sonreían al ver la cara de sorpresa y asombro de Germán. La comida fue copiosa y la sobremesa larguisima, estuvieron cerca de tres horas sentados alrededor de la mesa, charlaron de muchos temas aunque el mas comentado era el de Diana, rieron cuando recordaban sus apariciones en television, las caras de miedo escénico que mostraban les hacían partirse de risa. Carla quiso acompañar a Germán a la comisaria, su madre también se apunto a la excursión como decía ella y así hicieron, cuando terminaron se encaminaron todos juntos hasta las dependencias policiales.
El comisario y el inspector,  andaban enfrascados en una coversacion acerca de todo lo relacionado con el cadáver encontrado, la persona fallecida era un hombre de cuarenta años, estaba casado y dejaban a su mujer y sus dos hijos sin la presencia de un padre. Nadie que le conociera se explicaba lo ocurrido, era una persona buena, trabajadora y que adoraba a su familia. Aquella noche estuvo celebrando su ascenso laboral en la fábrica de cocinas, cinco compañeros fueron invitados a la  cena que decidió organizar, no acostumbraba a beber pero un día era un día y más siendo aquel. Dos de esos comensales intentaron llevarlo hasta su domicilio, en vista del estado ebrio del que salio del local insistieron en hacerlo pero el prefirió caminar hasta casa, estaba cerca y así le daría un poco el aire, poco podían imaginar que nunca llegaría a su destino. La prueba más relevante que la policía halló eran unas huellas de los pies que arrastraron el cuerpo, la marca que dejó el calzado les sonaba considerablemente y de no hacia mucho tiempo. Al inspector Tejada se le ocurrió traer el expediente de la desaparición de Diana Ruiz, ahí estaba la coincidencia de la pisada, ese calzado lo llevarían muchas personas y seria muy difícil encontrar al dueño de la misma porque podría ser cualquiera, pero algo le dijo que eran la misma persona, ¿pero quien?
Mandaron buscar el tipo de calzado atraves de la prueba encontrada, mientras redactaban una lista de los enseres del fallecido y de las pruebas recogidas un agente entró en el despacho.
-Con permiso comisario.
-Adelante, adelante. ¿Qué desea?
-Germán Jubero Martín quiere verles.
-¡Hombre! El amigo Germán, quizás venga a entregarse- dijo el comisario bromeando. Hazlo pasar al despacho de Tejada, enseguida voy.
-Si comisario.
El agente acompaño a Germán y a las persona que venían con hasta el despacho  que le habían indicado- el comisario no tardara en reunirse con ustedes- dijo el funcionario. La demora del comisario Salcedo se dilato durante más de quince minutos, pasado este tiempo entro en el despacho como si no hubiera tardado más que cinco segundos en atenderles y algo contrariado al ver que en el  despacho Germán estaba acompañado de otras cuatro personas mas .
-Buenas tardes a todos, ¿Qué es lo que desean?
-Buenas tardes, queríamos saber si hay algo más en el caso de Diana, si tienen alguna pista o sospechoso nuevo- pregunto Germán con voz grave.
-Pues han llegado ustedes en buen momento, tenemos una pista que coincide con otra hallada donde desapareció Diana, es una huella de calzado, todo parece indicar que son del mismo tipo y numero de pié. Sobre el tema de los sospechosos pues, hizo una breve pausa y mirando a los ojos de Germán prosiguió, no tenemos nadie nuevo, solo los que ya conoces.
La cara de Germán volvió a cambiar, el color de su rostro se torno casi cetrino y no pudo articular palabra, pero Carla salio en su defensa.
-Señor comisario, me gustaría saber que pruebas tiene que justifiquen la inclusión, del novio de mi hija en la lista de sospechosos-pregunto muy seriamente.
-A decir verdad no tenemos ninguna concluyente, solo el numero de pié que coincide con las huellas encontradas.
-¿Y usted le parece que esa prueba, es suficientemente valida para colocarle el cartel de encausado? Entonces todos los chicos que calcen ese numero de pié podrían estar en su lista, debería investigar a muchos equipos de baloncesto e incluso algún nadador también- respondió Carla con dureza.
-Apuntare su consejo por si lo necesitara- contesto sarcásticamente. Ahora si me disculpan tengo trabajo que hacer.
Salcedo abandono la habitación iracundo, le acababan de insinuar que no hacia bien su cometido y que basaba sus pruebas en una coincidencia de numero de calzado, que sabian ellos de investigaciones policiales. 
Sobre las cuatro de la tarde, Hector había parado a repostar, antes de detener el vehículo en el surtidor un motorista le adelanto a poco metros del que eligió para llenar el deposito. La actitud del motero no le hizo ninguna gracia y se lo comunico increpandole desde el asiento del coche sacando la cabeza por la ventanilla. El muchacho pasó de sus palabras, se hacia el  loco mientras descolgaba la manguera y la introducía en el deposito de su BMW 1200 lt. Continuara…..
(1)Cepillo de carpintero, pesado y largo para grandes superficies. Nota del Autor