martes, 9 de agosto de 2011

La Lluvia (part15)

Hoy, martes sobre las diez de la mañana se ha encontrado el cadáver de un hombre en Móstoles.  Según la policía, la persona había fallecido tras recibir varios golpes brutales, se está investigando la zona donde se hallaron los restos mortales en busca de más pruebas y del arma homicida. Se descarta como móvil de la muerte el robo, ya que la cartera con doscientos euros, así como otros objetos de valor seguían en poder del fallecido.
Con esta noticia atraves de la radio del coche, se desayunaron  los hermanos camino del trabajo.  Aquello estremeció el alma de Germán, se imagino por un momento que esa noticia podría darse en cualquier momento, pero cambiando un hombre por una mujer, Diana. En el lugar se personó el inspector Tejada para organizar el equipo de investigación y acotar la escena del crimen, excepto las huellas que dejó el cuerpo al ser arrastrado y las de la persona que tiró de el no encontraron nada más interesante. El forense relleno el acta para que se procediera al levantamiento del cadáver y llevarlo al Instituto anatómico Forense, donde se completarian las pesquisas en el mismo cuerpo y  arrojar así mas luz sobre este macabro suceso.
Hector se había levantado temprano, para trabajar en un proyecto nuevo. Preparó el desayuno para su “invitada”  pero la dejó a solas para seguir trabajando. A media mañana ya tenía mucho trabajo avanzado y decidió descansar para volver a pedir presupuestos para los desperfectos causados el día anterior. Su madre iba de aquí para allá limpiando y recogiendo cosas, de cuando en cuando se sentaba en el jardín para darle un respiro a sus piernas. Diana desayuno tranquila sin ser observada, después se dedico a inspeccionar aquella habitación, buscando algún punto donde se pudieran filtrar sonidos, para intentar hacerse oír, pero la cadena que la mantenía sujeta por el tobillo no tenia mucho recorrido y pronto dejo de buscar.  Francisca decidió poner la television, le gustaba ver esos programas matinales, donde se hablaba de las noticias del día, la prensa rosa y los realitis. La información sobre el hallazgo del cadáver no tardó en hacer aparición, se quedo sorprendida de que la muerte de aquel hombre se produjera tan cerca de su casa. Hector pudo escuchar por encima la noticia desde su habitación, su madre siempre subía bastante el volumen del televisor, por los pequeños problemas de audición que tenia, aunque no lo reconocía. Bajo distraidamente las escaleras y entro en el salón, pero cuando llegaba deban paso a otros remas de actualidad.
-Buenos días mamá.
-buenos días cariño, tienes cara de cansado ¿has dormido bien?- pregunto Francisca, observando en el rostro de su hijo unas ojeras bastante marcadas.
-No he dormido mucho la verdad, tuve que levantarme pronto, tenia trabajo que hacer y no podía demorarlo más. Qué se cuenta la caja tonta ¿algo interesante?- pregunto en busca de información.
Su madre casi no le dejo terminar la pregunta, le contó lo que había sucedido cerca de donde vivían, el se limitaba a negar con la cabeza haciendo ver que no era normal lo que había pasado y en su cara una pose de falsa tristeza. Bien sabia el como fueron los hechos y el por que de esa muerte en aquella noche aciaga para su víctima. Una vez oído lo que quería, decidió salir a dar una vuelta, le apetecía despejarse un poco y pensar en soledad. Puso en marcha su coche y salió sin rumbo fijo.
Dos hora habían pasado desde que se marchara de su casa, fijaba su vista en conductores o viandantes, sobre todo en los hombres, los miraba como buscando algo que no entendía bien. Su mente se volvía a transformar en algo oscuro. De pronto un vehículo  llamó su atención, más que en el propio coche centro su vista en su matricula BLV 5719, algo se disparó en su cabeza y comenzo a descifrar aquella placa.
-¿Que quieres decirme?, susurraba para sus adentros. BLV, busca la verdad ¡eso es!- dijo esta vez en voz alta.
Acto seguido sumo los dígitos, el resultado de la operación matemática fue 22, esa misma cifra la separo y realizo una nueva suma, dos más dos  igual a cuatro.
-Busca la verdad con el cuatro- repitió varias veces.
Debía descubrir aquel enigma, esa misión que alguien le había enviado a su mente, el había sido el elegido para realizar aquella tarea y no podía fallar a quien estuviera detrás de la voz que llegaba a su cabeza. Tal era su convicción de lo que estaba pasando que continuó siguiendo al vehículo, no podía dejarlo escapar por que creía llevarle a alguna pista. Su capacidad real de razonamiento estaba entrando poco a poco en barrena, casi sin darse cuenta empezaba a perder el juicio. Apretó firmemente las manos contra el volante, perseguía al coche sin dejar de pensar en aquellas cabalas a las que le había llevado la matricula, no se situaba cerca pero si lo suficiente para no tener que hacer ninguna maniobra brusca y ser descubierto. Con su obsesión creciendo por momentos llegó a creer que hasta adivinaba el recorrido que llevaría aquel vehículo, que alguien estaba dotándole de algún don especial que le hacia sentirse poderoso. Entro en la calle Carlos Arniches, el objeto de su sin razón se detuvo en doble fila junto al numero diez de la calle, dos personas se bajaron del vehículo, descargaron lo que parecían ser unas herramientas y se perdieron en el interior del edificio. Hector se apostó unos treinta metros mas atrás, cuando los ocupantes del coche hubieron desaparecido bajo del suyo, caminando como si estuviera buscando algo llego a su altura, volvió a mirar la matricula y le guiñó un ojo sonriendo. Al ponerse en la parte delantera vio una pegatina en el capó en la que se podía leer Carpintería Garlopa (1) y un numero de teléfono. Ahora ya había comprendido  el mensaje, esas personas Debian hacer el trabajo que aguardaba en su casa, ellos tenían que ser lo que lo realizaran y de esa forma obtendría la siguiente misión. Al cabo de una hora los dos hombres regresaron al coche con las herramientas, Hector volvió a seguir sus pasos y después de varias vueltas acabaron llegando a su siguiente destino, esta vez aparcaron bien el vehículo y entraron en un restaurante. La zona era conocida por Hector, estaban a escasos metros de donde la policía encontró el cadáver esa misma mañana, aminoró la marcha y paso junto al lugar, no había ni rastro de policía, lo único que quedaba allí eran unas cintas delimitando la zona. Acto seguido paró, bajo del coche y se dirigió hacia donde tiró la barra con la que golpeó al borracho, una vez encontrada la depositó en el maletero y puso rumbo a casa. Sabia que  la persecución no fue en vano, encontró la respuesta al mensaje y le hizo poder recuperar una posible prueba contra el, estaba contento.
Alberto y Germán llevaban cinco avisos de reparaciones terminados, ya solo les quedaba uno. Era cosa simple, terminar de vestir el interior de un armario, no les llevaría demasiado tiempo y podrían volver a casa para descansar. Ambos estuvieron bromeando mientras trabajaban, las cosas parecían ir a mejor en el animo de Germán o eso es lo que le parecía a su hermano. Pero la realidad era bien distinta, la continua desazón por la desaparición de Diana rondaba continuamente su cabeza,  aunque intentaba disimular todo lo posible su tormento cuando  Alberto aparecía, cosa que había conseguido sin saberlo. A lo largo de la mañana había decidido presentarse en la comisaria para que le informaran de si sabían algo nuevo, por una parte no le apetecía nada ir por allí después de su ultima visita, en la que acabó siendo un sospechoso más, pero era necesario. Su hermano que sabia de sus intenciones se ofreció para acompañarlo y que así no se sintiera solo ante sus acusadores, pero antes le tenía preparada una sorpresa. Cuando acabaron el trabajo Alberto le invitó a comer, había preparado la sorpresa con la complicidad de su madre y de Carla, comerían todos juntos. Fueron al pequeño almacén que tenían alquilado para dejar las herramientas, después hizo como si fueran hacia su casa pero solo pasaron por delante de ella.
-¿no dejas el coche en el garaje?- preguntó extrañado Germán.
-No, hoy comemos fuera-contesto Alberto  picaramente. Y no lo haremos solos.
Al llegar al sitio acordado entraron, allí sentados junto a la barra estaban su madre, Carla y el marido de esta, todos sonreían al ver la cara de sorpresa y asombro de Germán. La comida fue copiosa y la sobremesa larguisima, estuvieron cerca de tres horas sentados alrededor de la mesa, charlaron de muchos temas aunque el mas comentado era el de Diana, rieron cuando recordaban sus apariciones en television, las caras de miedo escénico que mostraban les hacían partirse de risa. Carla quiso acompañar a Germán a la comisaria, su madre también se apunto a la excursión como decía ella y así hicieron, cuando terminaron se encaminaron todos juntos hasta las dependencias policiales.
El comisario y el inspector,  andaban enfrascados en una coversacion acerca de todo lo relacionado con el cadáver encontrado, la persona fallecida era un hombre de cuarenta años, estaba casado y dejaban a su mujer y sus dos hijos sin la presencia de un padre. Nadie que le conociera se explicaba lo ocurrido, era una persona buena, trabajadora y que adoraba a su familia. Aquella noche estuvo celebrando su ascenso laboral en la fábrica de cocinas, cinco compañeros fueron invitados a la  cena que decidió organizar, no acostumbraba a beber pero un día era un día y más siendo aquel. Dos de esos comensales intentaron llevarlo hasta su domicilio, en vista del estado ebrio del que salio del local insistieron en hacerlo pero el prefirió caminar hasta casa, estaba cerca y así le daría un poco el aire, poco podían imaginar que nunca llegaría a su destino. La prueba más relevante que la policía halló eran unas huellas de los pies que arrastraron el cuerpo, la marca que dejó el calzado les sonaba considerablemente y de no hacia mucho tiempo. Al inspector Tejada se le ocurrió traer el expediente de la desaparición de Diana Ruiz, ahí estaba la coincidencia de la pisada, ese calzado lo llevarían muchas personas y seria muy difícil encontrar al dueño de la misma porque podría ser cualquiera, pero algo le dijo que eran la misma persona, ¿pero quien?
Mandaron buscar el tipo de calzado atraves de la prueba encontrada, mientras redactaban una lista de los enseres del fallecido y de las pruebas recogidas un agente entró en el despacho.
-Con permiso comisario.
-Adelante, adelante. ¿Qué desea?
-Germán Jubero Martín quiere verles.
-¡Hombre! El amigo Germán, quizás venga a entregarse- dijo el comisario bromeando. Hazlo pasar al despacho de Tejada, enseguida voy.
-Si comisario.
El agente acompaño a Germán y a las persona que venían con hasta el despacho  que le habían indicado- el comisario no tardara en reunirse con ustedes- dijo el funcionario. La demora del comisario Salcedo se dilato durante más de quince minutos, pasado este tiempo entro en el despacho como si no hubiera tardado más que cinco segundos en atenderles y algo contrariado al ver que en el  despacho Germán estaba acompañado de otras cuatro personas mas .
-Buenas tardes a todos, ¿Qué es lo que desean?
-Buenas tardes, queríamos saber si hay algo más en el caso de Diana, si tienen alguna pista o sospechoso nuevo- pregunto Germán con voz grave.
-Pues han llegado ustedes en buen momento, tenemos una pista que coincide con otra hallada donde desapareció Diana, es una huella de calzado, todo parece indicar que son del mismo tipo y numero de pié. Sobre el tema de los sospechosos pues, hizo una breve pausa y mirando a los ojos de Germán prosiguió, no tenemos nadie nuevo, solo los que ya conoces.
La cara de Germán volvió a cambiar, el color de su rostro se torno casi cetrino y no pudo articular palabra, pero Carla salio en su defensa.
-Señor comisario, me gustaría saber que pruebas tiene que justifiquen la inclusión, del novio de mi hija en la lista de sospechosos-pregunto muy seriamente.
-A decir verdad no tenemos ninguna concluyente, solo el numero de pié que coincide con las huellas encontradas.
-¿Y usted le parece que esa prueba, es suficientemente valida para colocarle el cartel de encausado? Entonces todos los chicos que calcen ese numero de pié podrían estar en su lista, debería investigar a muchos equipos de baloncesto e incluso algún nadador también- respondió Carla con dureza.
-Apuntare su consejo por si lo necesitara- contesto sarcásticamente. Ahora si me disculpan tengo trabajo que hacer.
Salcedo abandono la habitación iracundo, le acababan de insinuar que no hacia bien su cometido y que basaba sus pruebas en una coincidencia de numero de calzado, que sabian ellos de investigaciones policiales. 
Sobre las cuatro de la tarde, Hector había parado a repostar, antes de detener el vehículo en el surtidor un motorista le adelanto a poco metros del que eligió para llenar el deposito. La actitud del motero no le hizo ninguna gracia y se lo comunico increpandole desde el asiento del coche sacando la cabeza por la ventanilla. El muchacho pasó de sus palabras, se hacia el  loco mientras descolgaba la manguera y la introducía en el deposito de su BMW 1200 lt. Continuara…..
(1)Cepillo de carpintero, pesado y largo para grandes superficies. Nota del Autor