jueves, 22 de marzo de 2012

La Lluvia (Part26)


La falta e sueño no impido a Hector madrugar aquel día. Estuvo urdiendo un plan durante esa noche de vigilia, pretendía regresar a la casa del novio de su “invitada”, pero antes debía asegurarse de que ningún policía rondaba por los alrededores, sabía que el chico habría denunciado la intrusión en su domicilio al ver que su ordenador estaba encendido. Si tanto echaba de menos a su novia, el se encargaría de que se reuniera con ella y así vengarse placidamente de todas las mentiras que Diana le había dedicado. Pero su plan iba más allá de todo eso, era mucho más ambicioso que todo eso, aquel número cuatro le dio mucho que pensar, pero la noche le trajo la respuesta que necesitaba, serian los miembros de la familia los que completarían la misión a la que estaba entregado. Por su cabeza no pasaba el cometer el más mínimo error, solo el complacer a quienes, según su mente, le confiaron aquel cometido. Por su parte, Germán no descansó como es debido, le habían quitado las ganas de trabajar con su hermano, pero tampoco le agradaba la idea de quedarse solo en casa después de lo ocurrido el día anterior. En apenas tres horas Alberto llegaría para recogerlo, ese era el tiempo del que disponía para decidir que hacer.
Roberto Moguer Castillo llegó a primerisima hora al laboratorio, no quería perder ni un minuto en ponerse a trabajar analizando las muestras de piel encontradas bajo las uñas de Jan Li. Se puso como plazo máximo para tener el nombre de la persona a la que pertenecían, las veinticuatro horas de aquel día. Para ello le pidió a dos de sus mejores colaboradores, que también acudieran temprano al laboratorio y se unieran a el en la investigación. Su secretaria recibió la orden firme y tajante, de no pasarle ninguna llamada y así poder estar totalmente centrado y dedicado  a ese trabajo.
La madre de Hector se levantó casi a la par que su hijo, se dirigió hacia la cocina para preparar el desayuno y poder tomarse la medicación. En su cabeza continuaba la idea de descubrir que escondía su hijo en aquél sótano, tan ensimismada iba en sus pensamientos, que no reparó en que su hijo salía de la cocina y fue a darse de bruces con el. La pequeña bandeja que portaba Hector, acabó junto con el vaso de zumo, el de café y las tostadas por el suelo. Las caras de ambos eran totalmente diferentes, ella reflejaba un temor fuera de lo común y la de Hector ira contenida ante lo que consideraba una torpeza de su madre.
-¡Mira lo que acabas de hacer! Cada día estás más torpe que el anterior-gritó Hector. La mujer no abrió la boca temerosa de una reacción violenta mayor, se agachó para recoger las cosas del suelo mientras su hijo la rodeaba y la dejaba allí. Entró en su habitación para vestirse, decidió desayunar fuera y así tener más tiempo de vigilar la casa de Germán.
Los agentes encargados del visionado de los vídeos  de las cámaras de seguridad del Land of woman, habían hecho un alista con todos aquellos clientes identificados, y otra donde se reflejaba el minuto exacto donde salían los que no podían ser identificados, ya fuera por que estaban de espaldas, mal enfocados o en penumbra.El comisario Salcedo y el inspector Tejada fueron debidamenete informados de los avances logrados después de tantas horas nocturnas de trabajo. El siguiente turno de compañeros, se encargarían de localizar a los identificados para citarlo en la comisaria para que respondieran a algunas cuestiones.
Mientras al laboratorio de la Policía Científica, llegaban todas las pruebas recogidas del piso de Germán. Todo estaba dispuesto para que su análisis comenzara lo antes posible, a parte de la huellas la prueba mas importante que habían encontrado era un cabello humano, la policía suponía por una parte que podría tratarse de un pelo del mismo Germán, pero no debían descartar la posibildad de que su dueño fuera otra persona, quizás del intruso. Hector salió con su coche en dirección a Móstoles, cuando llegara a su destino se dispondira a  desayunar cerca de la casa del novio de su “invitada”, así tendría la oportunidad de comenzar la viglancia. Por el camino se iba imaginando con sumo placer las caras de ambos al encontrarse frente a frente, de cómo Germán iría corriendo a abrazarse con Diana, pero eso no lo permitiría, solo tendrían una comunicación visual. Ambos tendrían la boca tapada, y los colocaría separados el uno del otro, para que el sufrimiento fuera mayor, incluso quizás la volviera a violar delante de el, para ver hasta donde llegaría la desesperacion de los dos tortolitos, para Hector el juego no había hecho más que empezar. Al llegar al barrio donde residía Germán, pudo comprobar que no había ningún bar cercano desde donde poder vigilar si la policía rondaba la zona y quien entraba o salia del edificio, tuvo que desplazarse varias calles más allá, cosa que le molesto bastante por que no podía observar lo que quería. Pidió un café cargado con unas tostadas y zumo de melocotón, mientras daba cuenta de su desayuno, entraron al local dos policías de paisano. Supo que se trataba de agentes por el comentario del camarero cuando estos se disponían a pagar sus consumiciones -Aquí la autoridad no paga, están ustedes invitados. En cuanto salieron por la puerta, Hector les siguió, dejo parte del desayuno sin terminar, pero era más importante el hecho de ver hacia donde se dirigían. Por suerte para el los vehículos estaban aparcados en la misma fila, separados por cinco coches. Una vez que los agentes de paisano emprendieron la marcha, Hector dejo unos segundos de margen para salir tras ellos, los niveles de adrenalina iban aumentando en su cuerpo a medida que circulaban por la calles, era emocionante ser el vigilante de los que vigilan, el perseguidor de los que persiguen. Los dos agentes aparcaron el vehículo frente al edificio que Hector también tenia que vigilar, cosa que añadió más emoción al asunto, ya solo faltaba que a la fiesta se uniera también el novio de su “invitada”. Ese deseo se cumplió casi hora y media después, pero antes vio como Alberto, hermano de Germán, llegaba también a la zona y llamaba atraves del portero automático a su hermano, que tardó cinco minutos en aparecer en escena. Los ojos de Hector se movían rápidamente, observando a los agentes y a los hermanos que conversaban apoyados en el vehículo de empresa. En su cabeza se sucedían todas las posibilidades que podían pasar a partir de ese momento. Sabía que los carpinteros se dirigirían a su casa para continuar con el trabajo, lo que no tenía claro es que harían los agentes, se quedarían allí esperando o quizás tenían ordenes de seguirlos fueran donde fueran. Para Hector, el hecho de que los siguieran hasta su casa no era plato de buen gusto, pero nada podía hacer para remediarlo, o si.
Mientras, en Casarrubios del Monte Francisca terminaba de hacer las tareas del hogar más básicas, hacer las camas, barrer y fregar los suelos. Todo ese trajín la agotó bastante, pero quería y debía aprovechar el tiempo del que dispusiera, para seguir intentando abrir aquella condenada puerta y descubrir que guardaba allí tan celosamente su hijo postizo. Después de no varios intentos con las manos temblorosas de querer  abrir la portezuela, consiguió dar con la llave. La giró tres veces hasta que la pomo permitió ser girado, en ese momento la asaltaron las dudas, una vez que descubriera lo que había en ese sótano ya no habría marcha atrás. Apoyo su cansada espalda en la pared, sopesando todo lo que acontecería desde el mismo momento en que pusiera sus pies allí abajo, respiró hondo unas cuantas veces y colocó su pié derecho en el primer escalón, escuchando atentamente cualquier ruido que se produjera en el sótano y emprendió el descenso de las escaleras con paso titubeante y lento.
Los hermanos hablaban sobre si sería bueno que Germán acudiera a trabajar aquel día, Alberto pensaba que el que se quedara en casa no arreglaría nada, que gustaría su tiempo en comerse la cabeza y en espiar por la mirilla a ver si alguien se acercaba hasta su puerta, era mucho mejor distraerse con el trabajo fuera de su barrio. Germán por una parte le daba la razón a su hermano, pero por otra sentía la necesidad de proteger su casa, por si ese alguien entrara de nuevo.
-Que harás si entra otra vez estando tu dentro, ¿entrar en una pelea que no sabes que consecuencias te traerá? Piensa las cosas Germán, la policía ya se está encargando de vigilar la zona, no tienes por que hacerte el héroe. Se que te preocupa el tema, a mi también me preocuparía, pero lo ultimo que haría es quedarme en mi casa solo, quien evita la ocasión, evita el peligro.
-Se que si lo hizo una vez, podrá hacerlo otra más. Pero quisiera estar ahí para saber de quien se trata, tener al menos una descripción de esa persona para facilitársela a la policía, pienso que si me ve dentro saldrá huyendo, no es a mi a quien busca.
-Y de que te servirá una descripción si al verse descubierto te mata o te deja en tal estado que no sepas ni quien eres. Vayamos a trabaja y dejemos que la policía haga su trabajo, no quieras jugar a lo que no eres poniendo tu vida en peligro.
Germán seguía debatiéndose entre quedarse o ir con su hermano, Hector los observaba atentamente desde el interior del coche, hubiera dado lo que fuera por escuchar aquella conversación. Pero algo le decía que su hermano estaba tratando de que lo acompañara, y el esperaba que no lo hiciera, así podría poner en marcha su plan sin perder más tiempo. Ante la duda decidió poner el coche en marcha, la situación estaba resultando más incomoda de lo que deseaba, vio como uno de los agentes señalaba con su dedo hacia el lugar donde se encontraba, cosa que le hizo removerse en su asiento. Lo ultimo que necesitaba en aquellos momentos que fueran a pedirle  que se identificara, seguramente los hermanos se acercarían y tendría que dar alguna explicación convincente de por que estaba allí, así que quito el freno de mano, metió la primera marcha y salió tranquilamente del aparcamiento. Solo sabría que pasaría con Germán si este llegaba o no a su casa, para continuar trabajando con su hermano, no podía ni debía quedarse más tiempo y se dirigió a Casarubios del Monte. En cuanto entró en la autovía A5, pisó el acelerador de su coche para sacar toda la ventaja posible a los carpinteros, se maldecia por la suerte que estaba teniendo esa mañana, pero no todo estaba perdido, si Germán no llegaba a su puesto de trabajo, volvería a Mótoles para intentar terminas con la primera parte de su plan. Tardó menos que nunca en llegar, cuando entro por las primera calles del pueblo aminoró la marcha conduciendo algo más relajado, pero sin dejar de buscar la furgoneta de los carpinteros en el espejo retrovisor de su vehículo.
Francisca ni siquiera se había preocupado de encender la luz de las escaleras, lo que hacia que el descenso de las mismas fuera mucho más lento, las ansias de saber que o quien escondía su hijo no la hicieron pensar en nada más. A dos peldaños de poder ver desde la escalera lo que había en aquella estancia, su respiración se agitaba por momentos, las manos y piernas temblaban ca vez más, posó su pie derecho en el penúltimo escalón e inclino un poco la cabeza, comenzando a ver lo que parecía ser una cama. Lanzó su píe izquierdo en busca de ese peldaño, en cuanto lo tuviera en la misma posición que el otro ya sería capaz de ver con mayor claridad que es lo que había, pero  cuando todavía dos miseros centímetros separaban su píe del suelo, escuchó el sonido de un motor que se acercaba, rápidamente su hijo le vino a la mente -¡¡ya estaba allí!!-pensó, mientras se quedaba como petrificada, paralizada por el pánico y la puerta del garaje comenzo a abrirse.
Al final Alberto hizo entrar en razón a su hermano y los dos juntos emprendieron la marcha hacia la casa de Herctor. En el coche camuflado de la policía, los dos agentes pedían nuevas instrucciones, querían saber si tenían que quedarse e ese lugar o seguir a donde fueran los hermanos. Las órdenes fueron claras, su prioridad era no perder de vista a los muchachos e informar en todo momento de los sitios en los que paraban….Continuara

jueves, 8 de marzo de 2012

La Lluvia (part25)

Sabía que si presionaba un poco a su madre, acabaría por contarle lo que había estado haciendo con sus llaves, aunque ya se lo imagina. ¿Por qué se tenia que meter en sus asuntos? Pensaba sentado en la cama de su habitación, el no se inmiscuia en los de ella. Tenía que averiguar que se traía entre manos su madre y mañana sabria que era.
Germán estaba perplejo ante lo que estaba viendo, el ordenador que hacía días que no utilizaba estaba encendido, en la pantalla una foto de el agarrando por la cintura desde atrás, besandose y ambos desnudos, alguien había estado viendo las carpeta de sus fotos más intimas. Se volvió y fue hacia el dormitorio, se fijó detenidamente en cada detalle, en uno de los cajones de la mesilla de noche de Diana asomaba la puntilla de una prenda interior, el no tocaba nunca esos cajones, la persona que estuvo allí tambien revisó ese apartado del mueble. Después se quedó plantado en medio del salón, mirando todo su alrededor, algunos marcos de fotos estaban ligeramente movidos, la marca donde no había polvo así lo delataba. En el mueble modular vió los albums cambiados de posición numerica, ya no le cabia la menor duda de que alguien estuvo en su casa. ¿Pero quien? ¿Cómo pudo entrar? ¿Qué buscaba? Se preguntaba mientras confirmaba si faltaba algo en especial, el dinero que dejaban en una cajita de madera estaba todo, los documentos de la casa que tenían en una carpeta en un cajón tambien estaban. Ya solo quedaba informar a la policia del allanamiento sufrido, marcó el número del comisario Salcedo directamente, le temblaban las manos pulsaba los digitos.
Salcedo estaba enfrascado en la lectura de los informes, sobre el caso de la última victima encontrada, la chica asiatica se sumaba al caso del hombre tambien asesinado días más atrás. Había dado órdenes de que dos agentes se personaran en el club donde trabajaba la muchacha e interrogar a todos los que allí trabajaran. Su telefono movíl sonaba sin cesar, no le queria hacer caso, pero ante la insistencia de la persona que llamaba descolgó sin mirar la pantalla.
-El comisario Salcedo al habla.
-Señor Salcedo, soy Germán Jubero el novio de Diana.
-Hola Germán, si llamas por el caso de tu chica no tenemos nada nuevo. Esta tarde estuve hablando con tu suegra sobre esto.
-No le llamo por eso. Alguien ha estado en mi casa y me gustaria que enviase a alguien.
-¿Ha visto a ese alguien?-preguntó el comisario con algo de desconfianza.
-No, no he visto a nadie, pero han estado revisando mi ordenador y otras cosas de mi domicilio.
-Está bien, mandare al inspector con otro agente, estaran allí en breve.
Germán no sabia que hacer, deambulaba por la casa atacado de los nervios, miraba insistentemente por la mirilla de la puerta por si veia alguien acercarse a su puerta. Esta noche no la pasaré aqui, se dijo, llamó de nuevo a Carla y le contó lo sucedido sin dejar de pasear arriba y abajo. Su suegra alarmada por todo lo que estaba escuchando, decidió ir para que no estuviera solo mientras llegaba la policia, pero el prefirio que se quedara en su casa por si la persona que entró en su domicilio volviera, no queria poner en peligro a Carla.

Dos agentes de paisano se personaron en el club donde trabajaba Jan Li, se identificaron ante el portero de seguridad del local y preguntaron por su jefe, este através de un walki-talkie se puso en contacto con el dueño del club. El mismo portero les guió hasta el despacho donde se encontraba y volvió a su puesto. Le sometieron a una bateria de preguntas, todas las respuestas que fueron escritas palabra por palabra en un cuaderno, despues hicieron llamar a todas las compañeras de la fallecida para pasar por el mismo trance que su jefe. Cuando hubieron terminado con todas las chicas que trabajaron aquella noche junto a Jan Li, revisaron las camaras de seguridad del  local, la imagen no tenía una calidad buena pero bastaba para ver con que personas estuvo la chica asiatica. Fueron quince clientes los que tuvieron contacto con ella, todos ellos debían ser identificados y las cintas de las grabaciones quedaron confiscadas para su estudio.

Hector sacó el pendrive de su bolsillo, cogió uno de los ordenadores portatiles y se encaminó hacia el sotano. Quería disfrutar de las imágenes junto a Diana, y sobre todo ver la cara que podria cuando, descubriera lo que contenia aquel pequeño aparato. La luz del sotano despertó a la muchacha, su corazón se aceleró como si de un formula uno se tratara, mientras el cuerpo de Herctor aparecia según bajaba las escaleras, un temblor de miedo se iba apoderando de todo su cuerpo, el con una sonrisa prolongada se acercaba hacia su desfigurada invitada. Sin pronunciar palabra, conecto el ordenador portatil a la red electrica, ató sus manos al cabecero y  se sento en la silla junto a ella, puso el portatil encima de la cama, de tal modo que los dos pudieran ver la enorme pantalla. Diana miraba extrañada todo lo que Hector estaba haciendo, observo como  abría un archivo que tenía su nombre –quizás me ha estado grabando mientras me tenia encerrada, seguro que sabia lo que habia hecho con el cd y que lo escondia bajo el colchón- pensó. Pero aquello no la hubiera sorprendido más que lo que comenzó a ver, imágenes suyas en actitud erotica con su novio, fotos que ella creia a salvo en el ordenador de su casa, estaban en aquel momento en el ordenador de ese loco.
-¿Te gusta lo que he traido para ti Diana?, espero que no os importe compartirlas conmigo- dijo Hector sin dejar de sonreir y mirandola a los ojos. Por supuesto ella no podia contestar, desde que el la agradiera su mandíbula permanecía desencajada, pero la expresion de sus ojos lo decian todo.  Disfrutaba de aquel semblante aterrado y de las imágenes que volvia a ver por segunda vez, tanto que se estaba llegando a excitar sexualmente. Alargo su brazo y toco sus pechos sin dejar de mirar a la pantalla, Diana sintió repugnancia cuando aquella  mano le masajeaba los senos, pero Hector estaba absorto con la vision de las imágenes y no pudo ver la cara de asco que habia puesto ella. Se levantó de la silla lentamente, su excitación  podia palparse atraves de su pantalon vaquero, que parecia apunto de estallar, giro su cuerpo hacia el de ella pero sin dejar de mirar la pantalla. Comenzo a desnudarla de cintura para abajo no sin esfuerzo, Diana pataleaba intentando resistirse, sabia lo que iba a pasar, lo que pensaba hacerla y no podia luchar contra el. Se colocó sobre la cama frente a ella, le separo las piernas con tanta fuerza que escucho el crujido de una de las rodillas de Diana, cosa que casi le sobreexcitó aun más.
Presionó sus muslos contra los de ella, para que no pudiera cerrarlos y la penetró con fuerza, un enorme quejido ahogado salió de la garganta de Diana, de pronto no escucho nada, solo habia vacio a su alrededor, ni siquiera veia a Hector, no lo sentia sobre su cuerpo. Su mente habia decidido escapar de aquella situación. El continuaba jadeando como un animal, sin prestar atención a lo que estaba sucediendo debajo de el, empujaba contra la chica con furia hasta que se descargó. Separo su cuerpo de el de ella, salió de la cama y comenzó a vestirse, no miro a Diana en ningun momento, mientras recogia el portatil y se marchó de alli como si no hubiera pasado nada. Diana continuo durante gran parte de la noche con la mirada y la mente perdida, no escuchaba nada no veia nada, no sentia dolor, su vida se habia congelado  unas horas antes.
Los agentes enviados por el comisario Salcedo, no tardaron más de quince minutos en aparecer por el domicilio de German. Estuvo mostrandoles todos los detalles que le habian hecho sospechar, de que alguien había estado en casa. El peor momento fue cuando este les mostró el ordenador, sus mejillas se sonrojaron tanto que parecia que fueran a estallar.
-Mandaremos a alguien para que tome huellas, usted no toque nada- le dijo uno de los agentes. Mientras su compañero llamaba por telefono al comisario, para informarle de todo lo que habian visto y lo que les hubo explicado Germán.  La decision que habian tomado sus hombres  sobre tomar huellas, dejo más que preocupado a salcedo y el mismo se encargó de movilizar a la Policia Científica para que fueran lo antes posible.
Carla permanecia es su casa, pese a las ganas que tenia de salir corriendo hacia la de German. Se consumia de nervios  pensando que alguien podria haber estado alli, se preguntaba que hubiera pasado si en aquel momento  le descubria su futuro yerno. Lo que ella  desconocia, es que los dos estuvieron en el mismo lugar a la vez, por unos minutos y que para el intruso casi fue placentero aquel hecho.
Durante varias horas, los miembros de la policía cientifica trabajaron revisando palmo a palmo la casa.
El medico forense Roberto Moguer, se encontraba trabajando en el cuerpo de la prostituta asesinada, buscaba afanosamente culquier minimo detalle que le pudiera dar una pista sobre su agresor. Pese a los años de oficio, no habia caido en mirar en el sitio más obvio de todos, bajo las uñas, mientras observaba detenidamente las marcas amoratadas del cuello de la victima, cayó en la cuenta. Inmediatamente dejo esa parte del cuerpo y dirigio todos sus esfuerzos a las uñas, reviso dedo por dedo, promero de la mano izquierda y despues la derecha-¡¡Allí estaba lo que necesitaba!! Unos pequeños fragmentos de piel estaban pegados bajo las uñas de porcelana, separo esas pequeñas tiras de piel y las guardó en un frasco. Cubrió el cadáver de Jan Li, empujo la bandeja donde se encontraba tendida hasta el fondo de la camara frigorifica y salió hacia el laboratorio con esas muestras.
Aquella noche se hizo eterna tanto para Germán como para Hector, cada uno por diferentes motivos pero los dos se la pasaron practicamente en vela dandole vueltas a la cabeza.
Germán solo hacia que pensar en la persona que estuvo en su casa, ¿que es lo que buscaria si no faltaba nada?, ¿estaria intentando aprovecharse de el por la situacion que estaba pasando? Sabía que desde sus apariciones en los medios de cominucación era conocido, habria mucha gente sin escrupulos dispuesta a chantajearle haciendole creer que sabian o que tenian a su novia, que quizás intentarían sacarle dinero a cambio de nada. Toda clase de suposiciones rondaron esa noche por su cabeza. Por otro lado Hector se encontraba casi en la misma situacion, pero en su caso era la madre postiza la que le estaba dando que pensar, esa mania que tenia la mujer de querer entrar en el sotano sabia que no iba a acabar bien para ella. Si averiguaba la verdad, no dudaria en encerrarla tambien a ella, no podia permitirse el más minimo fallo.

Diana entre tanto, ajena a todos aquellos acontecimientos, continuaba viviendo su particular via crucis. Tremendamente dolorida fisicamente y mentalmente, no tenia fuerzas ni si quiera para pensar, ella si que dormia, pero como sistema de autodefensa, incluso alguna vez  entraba en la fase rem con los ojos aún abiertos. Solo en el mundo de los sueños podia vivir la vida que queria y de la cual habia sido arrancada aquella noche lluviosa. Lo unico que nunca llegaba a ver en aquellas quimeras era el rostro de Gérman, solo sabia que era el por su voz, temia que aquello fuera un mal presagio e intentaba con todas sus fuerzas mirar hacia arriba para verle la cara, pero por más que lo intentaba nunca llegaba a parasar del pecho.
Los agentes encargados de revisar las cintas de las camaras de seguridad del  lupanar, tenian un gran trabajo por delante, eran muchísimos los clientes que estuvieron allí aquella noche fatídica para Jan li. Pudieron averigual la identidad de un centenar de ellos y serian llamados para responder a algunas preguntas, pero varios quedaron sin poder ser identificados.  La mañana sorprendió a los agentes entre fichas policiales y mas de una jarra de café bien cargado…Continuara.