sábado, 25 de junio de 2011

La Lluvia (part7)

Fue a buscar un bolígrafo y una libreta, hizo una lista de las cosas que necesitaría para  la habitación de su invitada. Unas cadenas, candados, cinta americana y alguna que otra herramienta que le faltaba.
Apuró el vaso de zumo, lo dejo en el fregadero y entró en el garaje de nuevo, cogió una manta de viaje de una estantería metálica, pulso el botón de apertura de puertas del mando de la llave del vehículo y abrió el maletero. Desplegó la manta sobre el cuerpo de Diana, aún se encontraba inconsciente, la cargo sobre su hombro y entro en la casa.
Paso por la cocina, dos metros más adelante se detuvo e introdujo una llave en una pequeña cerradura, estaba disimulada en la pared forrada de madera a la  izquierda del pasillo. El tamaño de la puerta era de un metro cuarenta por uno metro de ancho, pasó cargando el cuerpo de Diana no sin dificultad, pulsó el interruptor y una luz fluorescente roja ilumino el sótano. Poco a poco fue bajando los diez  peldaños de la escalera hasta llegar abajo. Estaba todo limpio y recogido, había unas cortinas al fondo a la derecha, las descorrió y tumbó a Diana sobre una pequeña cama, el sótano era amplio y justo debajo de la escalera había un armario de donde el hombre sacó una cuerda. Ató las manos de su “invitada” a los barrotes del cabecero metálico, volvió a correr las cortinas, subió las escaleras apagando la luz antes de salir y cerró la puerta con llave.
Germán no había podido pegar ojo en toda la noche, estuvo en el salón de su casa sentado en el sofá mirando a la nada, le saco de su trance el timbre de la vivienda. Al abrir la puerta se volvió a encontrar cara a cara con el agente que lo había llevado a  la comisaria la noche anterior.
-Buenos días Germán, quería hacerle unas preguntas.
- Si, pase por favor.
El agente miraba todo lo que estaba  a su alrededor, esperaba ver algo que se le pudiera haber escapado cuando estuvo allí anteriormente. Tomaron asiento en el sofá.
-Hemos encontrado este pendiente donde hallamos el bolso de su novia ¿cree que pueda ser de ella?
-Si es suyo, les tiene mucho cariño, se los regaló su madre-contesto sosteniendo el abalorio en forma de margarita sobre la palma de su mano.
-Quiero que lea  esta lista, es de los objetos que su novia llevaba en el bolso. Si cree que falta algo dígamelo.
Germán leyó la lista detenidamente, enseguida vio que entre los objetos listados faltaba el móvil de Diana y así se lo hizo saber al agente, el cual anotó en su libreta rodeando la palabra móvil con un círculo.
-Perfecto Germán, ya no te robo más tiempo, haremos todo lo posible por encontrar a Diana.
-Estoy a su disposición siempre que sea necesario, espero que eso ocurra pronto. Gracias.
El agente abandono el domicilio, al llegar junto al coche llamó por el móvil al inspector Tejada, habló brevemente con él, se metió en el vehículo y se marchó. Tenía órdenes de dirigirse a casa de los padres de Diana para hacerles unas preguntas.
Germán no podía pensar con mucha claridad, debido a todo lo que estaba pasando y la falta de sueño, pero tenía que hacer algo para informar y movilizar a la gente y que le ayudaran a buscar a Diana. Lo primero que hizo es encender su ordenador, entrar en todas la redes sociales en las que tenia cuenta y publicar la desaparición de su chica. Después envió mails a todos sus contactos pidiendo que divulgaran esa fatal noticia por doquier, busco una foto de Diana en su archivo de imágenes y creó un cartel para distribuirlo y pegarlo por todos los sitios posibles. Lo guardo en un pendrive, bajo a la copistería más cercana a su barrio, pidió mil carteles y cinco rollos de precinto transparente. El primer cartel lo pegaría allí mismo.
La noticia corrió como la pólvora a través de los amigos que tenía en las redes sociales y su teléfono móvil no paraba de sonar, explicaba una y otra vez lo que había pasado a todos los que le llamaban, mientras lo hacía no paraba de pegar carteles con la foto de Diana, con la descripción física y la palabra desaparecida en mayúsculas. Eran las tres de la tarde, Germán seguía poniendo carteles en comercios, portales, farolas, paradas de autobús, metro, Renfe etc…, ni el cansancio ni el hambre le hacían parar.
El secuestrador de Dian salió a comprar a la ferretería lo que apuntó en la libreta, tranquilamente entro en la tienda, se dirigió al mostrador y le entregó la lista al dependiente.
-Hola Héctor ¡cuanto tiempo si verte por aquí! - le dijo este al verle.
-Que tal Antonio, pues mira he estado muy liado y no he tenido tiempo hasta ahora para relajarme- contestó.
-Enseguida te preparo esto ¿alguna cosa más?
-No, creo que con eso está todo.
Héctor era un tipo amable, en el pueblo conocía a casi todo el mundo y se sentía apreciado por sus vecinos. Sabían que viva con su madre pero nunca la habían visto, él les decía que su madre prefería estar en Móstoles, en su casa. Aquello era una gran mentira puesto que ni su madre sabia de la existencia de aquel chalet, que el compró tiempo atrás.
En su casa era el hijo que toda madre quisiera tener, servicial, cariñoso y siempre muy pendiente de ella, solo la preocupaba una cosa,  que Héctor tomara su medicación puntualmente para tratarse ese problema de nervios. En realidad lo que padecía era trastorno bipolar que le habían descubierto hacia años, pero él le disfrazo a su madre el diagnostico como un problema nervioso, segunda gran mentira. Trabajaba como diseñador de páginas web para una empresa importante del ramo, sus trabajos estaban muy cotizados en el mundo de la informática. Habitualmente era invitado a cenas de gala, entregas de premios y toda clase de eventos que organizaban personas con un importante poder adquisitivo, él, pese a ganar muchísimo dinero, guardaba las apariencias todo lo que podía a la hora de tener bienes materiales, que pudiese ver su madre. Para aquellos eventos tenia trajes, relojes, zapatos, corbatas y complementos que costaban muy caros, pero los guardaba en su refugio. La madre sabía por él, que era un mileurista más. Tercera gran mentira. Debía seguir un tratamiento estricto, se componía de una pastilla a la cual llamaban en el argot medico como “estabilizadores del humor”, otra llamada Perfenazina, que es un antipsicotico y una tercera del grupo de las benzodiacepinas que se utilizaba para mejorar el sueño en casos de insomnio. Llevaba algunas semanas sin medicarse, las mismas en las que no había dejado de llover, pese a estar casi en la época estival, su madre que llevaba las cuentas de las pastillas estaba tranquila, el tratamiento lo llevaba correctamente, pero no sabía que las pastillas acababan el cualquier papelera de la ciudad. Cuarta gran mentira.
Héctor entró en un bucle psicótico que se acrecentaba con el paso de los días, pero aún lo controlaba cuando le convenía. Con Diana dio rienda suelta a todo aquel trastorno bipolar por primera vez en su vida, no sabía porque, pero sintió la necesidad de escarmentar a esa mal educada, él solo pensaba ayudarla-¿Por qué me trató así?-se preguntaba mientras esperaba al dependiente. Continuara….