sábado, 9 de julio de 2011

La Lluvia (part 10)

El día despertó gris plomizo, llovía copiosamente sobre Móstoles. Germán no se percato de ello,  hasta que no puso los pies en la calle, su corazón se encogió al sentir la inclemencia del tiempo sobre su cuerpo, la climatología era la misma que tres días atrás, cuando desapareció Diana. Entendió enseguida que la jornada no iba a ser fácil para él.
La policía eligió un mal día para reanudar la búsqueda del móvil de Diana. Cuatro agentes se personaron en el parque, daban batidas por diferentes zonas del terreno, no descartaban que hubiera sido arrojado entre los setos de los jardines, en alguna de las numerosas papeleras que había e incluso en alguna alcantarilla. Poco a poco la superficie del parque comenzó a encharcarse, seguidamente a embarrase, lo que hacía más molesta la operación.
El comisario Salcedo, a través del teléfono interno de la comisaría, reclamó la presencia de Tejada en su despacho. Se presentó raudo ante el escritorio de su jefe.
-Tejada, quiero que sea usted mismo, con los agentes que necesite, el que se encargue de la detención del posible testigo. No podemos demorar más su interrogatorio, necesitamos alguna respuesta que no lleve a una pista.
-Ahora mismo salimos en su búsqueda, hasta que no demos con él no regresaremos.
Acto seguido reclamo el servicio de dos coches patrulla, entró en uno de ellos dispuesto a conducir el mismo. El otro vehículo le seguía a una distancia prudente, pero sin perderle de vista, bajaron por la calle “C” del polígono  industrial Arroyomolinos, giraron a la derecha por Alfonso XII. Las luces giratorias indicaban la urgencia de los coches patrulla, a gran velocidad pasaron por la calle Moraleja de En medio, doblaron a la izquierda tomando el Paseo Arroyomolinos y otra vez a la derecha llegando a la parte posterior del edificio, donde supuestamente residía el hombre que buscaban.
El inspector fue el primero en abandonar el vehículo, casi a la carrera bajó por la pequeña pendiente, dobló la esquina y llegó al portal. Los vecinos que estaban en el parque miraban asombrados, uno de ellos se ofreció para abrirles la puerta de acceso al inmueble. Dando las gracias previamente al ciudadano, el inspector Tejada ordeno a dos de los subordinados que esperaran abajo, subieron hasta la séptima planta en el ascensor y golpeo las puerta con los nudillos. El agente que lo acompañaba hizo sonar el timbre varias veces.
-¿Quien es?- respondió una voz femenina desde el interior.
-¡Policía Nacional, abra la puerta!- le informo el inspector.
Se escucharon los chasquidos de la cerradura y la puerta se abrió. Una mujer joven de pelo rubio y complexión delgada apareció tras ella, con cara de sorpresa e incredulidad miro la placa de identificación que le mostraba el oficial.
-Buscamos a Daniel Díaz Bueno, se encuentra en el domicilio- pregunto Tejada.
-No está en estos momentos- contesto la muchacha. ¿Ha hecho algo señor?
-Eso estamos tratando de averiguar, necesitamos hacerle algunas preguntas señorita.
En ese instante desde el walkie se oyó la voz de uno de los agentes- el sospechoso acaba de aparecer, está con nosotros, cambio-
Volvieron a coger el ascensor para ir al encuentro de los compañeros y el posible testigo, dejando a la mujer con un palmo de narices tras ellos. Una vez abajo, le informaron del porque de su requerimiento en comisaría, mientras le leían sus derechos era introducido en el coche patrulla. No hizo falta esposarle ya que no intento escapar y se mostró muy colaborador en todo momento. Esta vez el inspector subió al coche por el lado del acompañante e informo el mismo desde su teléfono móvil al comisario de que ya lo tenían.
Diana casi no pegó ojo en toda la noche, después de que  Héctor la dejara sola, intento de nuevo deshacerse de las ligaduras, pero desistió al poco rato, debido al escozor de las heridas que se estaba haciendo en muñecas y tobillos. Héctor entre tanto continuaba durmiendo a pierna suelta, se quedo hasta tarde trabajando en una página web que le habían encargado para una nueva revista que saldría al mercado. No despertó hasta la una del mediodía, tranquilamente tomó café y preparó un piscolabis para su “invitada”.
-Buenos días Raquel, como te encuentras hoy- le pregunto mientras bajaba las escaleras.
-Bien- contesto ella con un susurro y mintiéndole por segunda vez.
Como ya ocurrió en la cena, Héctor le dio el desayuno al ritmo que ella marcaba. Después  comprobó la varilla que había colocado el día anterior, estaba bien fijada y ya podía reanudar el trabajo, tenía que dejarlo listo. Del armario de las herramientas sacó una placa de hierro cuadrada, estaba taladrada en dos de sus esquinas, en el centro tenía soldada una pieza en forma de u.
Pasó la varilla por uno de los taladros, colocó una arandela y una tuerca, apretando la misma con todas sus fuerzas. Volvió a taladrar el suelo, ésta vez en el agujero que quedaba libre en la placa, puso fijación química e introdujo una nueva varilla. En la pieza soldada colocó la cadena  y uno de los candados que había adquirido en la ferretería. Ya estaba casi listo.
Germán continuaba repartiendo carteles, bajo la intensa lluvia. Se encontraba en la avenida de la Constatación, cuando el móvil comenzó a sonar, busco un sitio para res guardarse del chaparrón y así poder hablar tranquilamente.
-¿Dígame?
-Hola ¿Germán?, le llamamos de Telecinco.
-Si, soy yo-contesto recordando lo que le había contado Carla, acerca de sus contactos con los medios de comunicación.
-Le llamamos sobre la desaparición de Diana, su novia según nos han informado. Queríamos hacerle una entrevista si a usted no le importa.
-No, claro que no ¿Cuándo sería?
-Pues esta tarde si le parece bien. Tenemos un equipo de reporteros preparados para enviarlos a su domicilio. Si quiere lo preparamos todo para grabarlo y que salga en las noticias de las nueve. Estaríamos allí sobre las cuatro de la tarde, así nos daría tiempo a editar el contenido y que esté listo para el noticiario.
-Vale perfecto, entonces les espero.
-Gracias Germán y animo, seguro que la encontrarán.
Cortó la comunicación, su estomago se encogía por momentos, iba a ser entrevistado por primera vez en su vida. Volvió sobre sus pasos en dirección a casa, tenía que llamar a Carla para que estuviera junto a él, si salía con ella ante las cámaras el impacto en la gente seria mayor. A parte de eso necesitaba sentirse acompañado, quizás con los nervios se trabara o se quedara en blanco y ella podría salir al quite.
Al llegar se puso en contacto con su suegra, quedaron en comer juntos y preparar un poco la entrevista. Ordenó la casa rápidamente, preparó unos espaguetis con nata aunque con uno que comiera tendría el estomago lleno. Carla hizo acto de presencia en casa de su hija, cinco minutos antes de la hora que había quedado, los nervios también la tenían atrapada.
Ingerían despacio el plato de pasta, como cuando a un niño no le gusta o que tiene que comer, removían una y otra vez el contenido del plato, llevándose de cuando en cuando algo a la boca.
-Hasta el momento son los únicos que han llamado- comento Germán, mirando fijamente el plato.
-Seguro que alguna cadena más llamará, incluso puede que algún periódico también se haga eco de la noticia- respondió ella mientras observaba una foto de su hija. Una imagen en la que se la podía ver sonriente feliz-quien sabe como estaría ahora-pensó Carla.
Terminaron de comer, dejaron los platos a medio terminar, ya no había más apetito, si es que lo había sentido en algún momento. El portero automático timbró, advirtiendo a ambos que los reporteros habían llegado. Germán descolgó y sin preguntar, pulsó el botón de apertura de la puerta. Carla entre tanto se afanaba en recoger los restos de la comida y llevarlos a la cocina. Con el tiempo justo y cogiendo algo de resuello para calmarse, se sentó en el sofá, él esperaba con la puerta del domicilio abierta la llegada de los chicos de Telecinco. Del ascensor salió una chica morena, de mediana estatura y ojos color miel, tras ella un chico con el pelo rizado, una barba de varios días que la sacaba dos cabezas. El muchacho portaba una cámara con el logotipo de la empresa en la que trabajaban y un pequeño foco colocado en un trípode.
-Hola Germán, soy Irene Narváez- se presentó mientras tendía su mano para saludarlo. El es mi compañero y cámara Roberto.
- Hola Irene, hola Roberto- respondió el, correspondiendo el gesto con la mano. Pasar, me acompaña mi suegra, la madre de Diana, espero que no importe.
-En absoluto, mejor así.
Se dispusieron a improvisar un pequeño plató, los periodistas colocaban sus aperos y buscaban el mejor encuadre para realizar la entrevista. Previamente, Irene le dio una hoja a cada uno con las preguntas que más o menos les iba hacer, así no les cogería ninguna por sorpresa, podían ir pensándolas para no quedarse atascados en alguna de ellas.
-Bien, dijo Irene. Vamos a comenzar con la entrevista, no hace falta que miréis a cámara, así estaréis menos nerviosos. Si algo sale mal no os preocupéis que repetimos, luego todo eso se edita y saldrá la grabación limpia.
Ambos asintieron a la vez, se colocaron uno a cada lado de la periodista, pero el cámara recomendó que ellos se pusieran juntos, así en el plano sería mejor.
-Buenas noches, nos encontramos en el domicilio de Diana, la chica desaparecida hace tres dias. La policía aún no tiene pistas fiables sobre este caso. Nos acompañan Germán, el novio de Diana y la madre de ésta, Carla Seletti.
-¿Cómo está viviendo esta situación la familia Germán?-Preguntó la periodista, mientras le acercaba el micro.
-Estamos todos consternados y preocupados, no sabemos lo que pasó esa noche. Estamos deseando volver a tenerla con nosotros.
La entrevista duró apenas cinco minutos, las preguntas se repartian entre German y Carla. El momento más emotivo llego al final de la misma, cuando les pidieron a ambos que hicieran un llamamiento a la población en busca de ayuda y a la propia Diana. Ninguno de los dos pudo reprimir las lágrimas, era el momento de venirse abajo después de tanta tensión. Carla tuvo también palabras para la persona o personas que la tuvieran retenida, rogandoles que por favor la dejaran ir.
En la redacción de Telecinco estaba todo preparado, la entrevista se editó con suma celeridad y entregada al jefe de informativos. Entre todas las noticias que manejaban para esa noche, la de Diana se antojaba la más importante. Abririan el telediario con ella.
Cuando los reporteros habían abandonado el domicilio de Germán, su teléfono recibió un par de llamadas, una del diario gratuito Que! y otra del periódico de tirada nacional “El país”. Ambos estaban interesados en el suceso y le hicieron preguntas sobre el tema, le aseguraron que al dia siguiente la noticia ocuparia una de sus secciones.
Pese a que la jornada comenzó algo triste para Germán, por la lluvia y el recuerdo de Diana golpeando su cuerpo, con cada gota de agua que le caia,  tuvo la sensacion de que no todo habia acabado mal ese día, la televisión y la prensa arrojaron algo más de esperanza para encontrarla.
El comisario Salcedo dispuso una sala para el interrogatorio de Daniel, una grabadora encima de la mesa y junto a ella una libreta para coger apuntes. La cámara de vigilancia de la habitación estaba lista, para que un especialista se fijara en los gestos corporales del sospechoso, cuando este respondiera a las preguntas. Debian presionarle pero con cuidado, era la única posible fuente de información que tenían. Daniel Díaz Bueno llegó escoltado por el inspector, parecia tranquilo pero su semblante tenso no decía lo mismo. Le dejaron en la sala de interrogatorio, durante unos minutos observaron su comportamiento atraves del monitor, mientras preparaban la estrategia a seguir en la forma de interrogarle. Continuara……